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El techo de deuda en Estados Unidos y su situación actual

En meses recientes, el congreso estadounidense ha tenido “acalorados” debates relacionados con el techo de deuda, ya sea para elevar, suspender o eliminar su tope. Y no es para menos: Estados Unidos alcanzó su techo de endeudamiento en enero de 2023, que asciende a 31.4 billones de dólares. También, la evolución de la deuda es alarmante: la deuda del gobierno estadounidense se ha triplicado desde 2009 a la fecha.

En sentido, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha hecho un llamado urgente al congreso para que negocien cómo aumentar este límite de deuda y lleguen a un acuerdo antes del primero de junio de este año, ya que posiblemente se suspenderían los pagos correspondientes a este periodo. Asimismo, los mercados financieros han mostrado señales de nerviosismo en torno a este tema y va aumentando conforme se acerca el plazo.
 
A este respecto, ¿Qué es el techo de endeudamiento? Es la cantidad máxima de deuda federal pendiente en la que puede incurrir el gobierno estadounidense. Así, los cambios en este techo tienen como propósito hacer frente a los compromisos financieros ya existentes. Un aspecto importante a recalcar es que este límite es independiente y ajeno a la presupuestación gubernamental y, por tanto, no afecta el déficit presupuestario: el techo está relacionado con la deuda ya contraída mientras que el presupuesto alude a la deuda nueva contraída en el periodo fiscal. 

El techo de endeudamiento es muy importante para el sistema financiero y economía mundial ya que influye en el rumbo de las finanzas y las políticas públicas estadounidenses, así como en la capacidad de pago a los tenedores de deuda a nivel internacional y la calificación crediticia emitida por las principales calificadoras a nivel mundial.
 
Una de las claves para entender el techo de deuda estadounidense es, precisamente, el papel que desempeña el Congreso de Estados Unidos en la determinación de este límite. Según la Constitución de los Estados Unidos, sólo el Congreso tiene la facultad de autorizar el dinero que “toma prestado” de los mercados. A partir de 1917, el Congreso estableció este límite con el objetivo de dar mayor flexibilidad al financiamiento de las políticas gubernamentales, entre ellas su participación en la Primera Guerra Mundial en aquel momento. 

Bajo este contexto, el Congreso toma decisiones sobre la cantidad de deuda en la que puede incurrir Departamento del Tesoro, el organismo encargado de la gestión de las finanzas públicas estadounidenses, tomando como parámetro el techo de deuda. Simbólicamente, el techo de deuda es un compromiso para limitar y optimizar el gasto público en Estados Unidos.
 
Así, cambiar este límite se vuelve necesario cuando el gobierno estadounidense necesita pedir dinero prestado para pagar sus deudas. Otra medida consiste en suspender el techo de deuda e introducir nuevas medidas extraordinarias[1] para continuar con el pago de las obligaciones en el corto plazo: entre ellos la suspensión de pagos a programas de ahorro para empleados de gobierno y bajar la inversión en ciertos fondos gubernamentales. En la práctica, el Congreso ha aumentado el techo de deuda en 78 ocasiones desde 1960, mientras que la suspensión ha acaecido en 7 ocasiones: este último fue muy común en la década de 2010. 

Y, ¿qué pasaría si el Congreso no llega a un acuerdo sobre qué medida tomar en torno al límite de endeudamiento en 2023? Según los expertos, un ajuste en el gasto o en los ingresos serían insuficientes y sólo una caída pronunciada en el gasto o una subida sustancial en los impuestos tendría un efecto positivo en este renglón – algo muy difícil de conseguir.
 
Al ser un tema relacionado con el Congreso, el límite de deuda depende del aspecto político. Desde hace más de una década, la política estadounidense se ha polarizado cada vez más y esto se ha visto reflejado en las decisiones tomadas con relación a este límite, y también en otros ámbitos.

El debate contemporáneo sobre el techo de deuda data de 2011, cuando las disputas entre Barack Obama y el Congreso condujeron al estancamiento en este rubro: el techo se aumentó dos días antes del límite, pero condujo a una rebaja en la calificación crediticia. Sin embargo, el problema no se solucionó y, en 2013, el Congreso decidió suspender por primera vez este techo, cuestión que se repitió en los años siguientes.

En 2023, durante la administración de Biden, los congresistas han condicionado el apoyo hacia el techo de deuda, cuestión que difiere de la visión del presidente estadounidense, que es “aumento” sin ataduras. A lo largo de estos últimos años, cada vez más partidarios han exigido que se recorten diversos gastos federales a cambio de apoyar los cambios en el techo. Por otro lado, la cancelación del techo de deuda refleja un compromiso temporal en pro de las finanzas públicas, pero una falta de responsabilidad para atender las necesidades de deuda en el largo plazo.
 
Gráfica 1. Evolución de la deuda y el techo de deuda. Fuente: U.S. Treasury Department.
Gráfica 1. Evolución de la deuda y el techo de deuda. Fuente: U.S. Treasury Department.


Asimismo, existen dos posiciones opuestas en el Congreso: aquellos quienes defienden la medida de techo de deuda y otros que se oponen y desean eliminarla. Por un lado, los defensores consideran que el limite otorga al Congreso una autoridad de supervisión y de responsabilidad fiscal. También, como ya se ha mencionado, este límite es sinónimo de compromiso. 

Del otro lado de la moneda, algunos críticos han descrito la medida como "anacrónica" y que debe ser reemplazada por un mecanismo que aumente el limite cada vez que se aprueba un proyecto de ley de gastos. Asimismo, ellos argumentan que esta misma medida genera incertidumbre en la economía y en los mercados financieros de manera periódica. Finalmente, otro aspecto en contra es su gran vínculo con las decisiones de carácter político, donde los partidos juegan con él para reforzar su posición y debilitar a la oposición.
 
Ahora, ¿qué consecuencias habría si se incumple con el techo de endeudamiento? Incumplir con esto es sinónimo de que Estados Unidos no puede pagar sus deudas. En este tenor, las repercusiones más importantes a nivel doméstico serían la reducción en la calificación crediticia, un aumento en los costos de endeudamiento para empresas y viviendas, cancelación de programas de seguridad social, caída en la producción y la actividad económica, y una baja en los empleos y menor consumo. 

A nivel internacional, el debilitamiento del dólar, el encarecimiento de la deuda y crisis de deuda en países con altos niveles de endeudamiento y, por ende, una caída en sus actividades económicas. Tomando en cuenta el actual entorno macroeconómico mundial, esta situación agudizaría el desempeño económico de las economías desarrolladas, emergentes y en desarrollo, que ha visto afectados por la crisis sanitaria más reciente y la inflación elevada, y entrarían en una etapa de recesión económica. 
 
Finalmente, los expertos y economistas se preguntan lo siguiente: ¿se aprobará un nuevo techo de deuda por parte del Congreso? ¿se volverá a cancelar el techo de deuda y se verán nuevas medidas temporales? ¿habrá un consenso sobre las medidas que eviten nuevos incrementos en el techo de deuda en el largo plazo? ¿será viable abolirla e introducir un nuevo mecanismo para garantizar el pago de la deuda existente? ¿el gobierno no caerá en impago de sus obligaciones? 

Algunas o todas las preguntas serán contestadas en los próximos días. Hasta el momento, no se ha llegado a un acuerdo sobre este tema y la preocupación en los mercados sigue creciendo.
 
Referencias:
 

[1] Ejemplos: la suspensión de inversiones en el Fondo de Retiro e Invalidez del Servicio Civil, el Fondo de Beneficios de Salud para Jubilados del Servicio Postal y el Fondo de Estabilización Cambiaria.

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