Durante junio, los indicadores económicos más oportunos mostraron que la reapertura económica en China, Europa y EEUU continúa consolidándose. Con ello, el apetito por riesgo continuó incrementando, donde las bolsas globales, las materias primas y la deuda de países emergentes mostraron avances en el mes. Dado el desfase que muestra el país en la cronología de la epidemia, en México apenas se están publicando indicadores que dan muestra del impacto de la contingencia sanitaria. En el corto plazo, podríamos comenzar a ver algunos signos de recuperación en los siguientes meses, dado el punto bajo de comparación que representa abril.
En este contexto, pensamos que el PIB registrará una contracción de -8.4% en 2020, la inflación se mantendrá dentro del rango objetivo de Banxico en 3.4% y el tipo de cambio concluirá el año en 23.20 pesos por dólar, lo que dará espacio a Banco de México para llevar la tasa a 4.50% al cierre de año.
Analizando más a detalle el impacto de la contingencia sanitaria en la economía nacional, el INEGI dio a conocer el indicador mensual de actividad económica (IGAE) para abril. Como se observa en la Figura 3, la implementación de medidas de distanciamiento social y el cierre de industrias no esenciales se vieron reflejadas en una caída mensual de -17.4% de la actividad económica, la caída más grande desde que se tienen registros.
Hacia delante, la magnitud del impacto comenzará a reducirse ya que abril se presenta como el mes del mayor impacto. Cabe recordar que durante mayo hemos visto un incremento en la movilidad de personas en las calles y que algunas actividades se clasificaron como esenciales a partir del 18 de mayo.
Al respecto, las encuestas de mayo sobre expectativas empresariales muestran que las empresas manufactureras en las cuatro regiones del país han iniciado el proceso de recuperación (Figura 4). Sin embargo, dado que las restricciones en actividades comerciales y de servicios siguen vigentes, las expectativas empresariales muestran que el proceso de recuperación tomará más tiempo.
En este contexto, la entrada en vigor del T-MEC a partir del 1 de julio se presenta como una oportunidad para impulsar la reactivación económica, ya que con esto concluyen 3 años de incertidumbre sobre el futuro de la relación comercial. Conforme se supere la emergencia sanitaria en México y EEUU, y éste último retome la senda de crecimiento, la industria manufacturera mexicana se verá beneficiada dado el estrecho vínculo de las cadenas productivas. Sin embargo, vale la pena aclarar que para detonar una mayor integración económica entre ambas naciones e incrementar el crecimiento potencial de nuestro país, se deberá reforzar el papel de México como fuente segura para la inversión internacional. La oportunidad para hacerlo es inmejorable ya que las empresas de América del Norte iniciarán un proceso de reubicación para disminuir el riesgo operativo en sus cadenas productivas.