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En todo el mundo la pregunta de hacia dónde irán los precios del petróleo aparece todos los días. Por eso, es más que relevante seguir los pasos de uno de los jugadores más importantes del mercado no solo por razones de producción y de sus supuestas enormes reservas, sino por su cercanía y juego político al servicio de Washington: Arabia Saudita. En este espacio por ejemplo, hace un par de meses reprodujimos en el artículo “Nunca más petróleo a 100 dólares por barril” las declaraciones vertidas en ese sentido por el príncipe saudí Alwaleed bin Talal, quien además de ser miembro de la familia real, es considerado como el árabe más influyente y rico del mundo.

Unas cuantas semanas más tarde, tanto el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, como el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, declararon públicamente lo que anticipamos en aquella entrega: el bajo precio del “oro negro” durará por años, no solo algunos meses.

Pues bien, este pronóstico parece confirmarse ahora gracias a las palabras de otro árabe influyente, el Dr. Ibrahim Al-Muhanna, asesor del ministro de Petróleo y Recursos Minerales de Arabia Saudita. Durante sus participación en el foro denominado “Energía Global en punto de inflexión”, organizado por el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF por sus siglas en inglés) en Doha, Qatar, Al-Muhanna tocó el tema de las causas que tumbaron el precio del crudo, al tiempo que evadió hablar de cuál será su futuro.

 

El asesor dijo que en los últimos 40 años la cotización ha variado al alza y a la baja de manera pronunciada al menos 12 veces por causas como la guerra, asuntos políticos, desastres naturales y sanciones. Otro tanto a causa de “las fuerzas del mercado, fuerte crecimiento económico o desaceleración, o debido a varias crisis financieras”.

Al-Muhana reveló un encuentro que sostuvo con el gobernador del banco central británico, Mark Carney, quien le cuestionó también a qué se debía el desplome del crudo y cuál sería el curso que tomaría. Sus declaraciones son muy reveladoras por lo que dijo y por lo que omitió. Por ejemplo, reconoció que los fundamentales de oferta y demanda no justificaban una caída tan precipitada. Sin embargo, descartó las “teorías conspirativas” de un acuerdo saudí-americano para atacar por esta vía a dos enemigos de Washington –Rusia e Irán, mientras al mismo tiempo los árabes se beneficiaban de aniquilar la costosa industria del petróleo “shale” estadounidense. Un ganar-ganar. Para el experto todo se trató de cambios en las expectativas de demanda y oferta futuras y de “especulación”.

Al-Muhana se suma pues a la insistencia observada también en Bin Talal por desacreditar –sin  habérsele preguntado de forma expresa al respecto, la idea del acuerdo entre ambas naciones socias para inundar de petróleo al mercado. Una explicación no pedida con la que llegó a calificar aquellas teorías como “completa fantasía”. Asegura también que no fue fácil convencer a la gente de esta supuesta falsedad, dando por hecho de manera equivocada que ahora todo mundo les cree.

El asesor saudí agregó que a finales del año pasado la OPEP tomó la decisión de mantener el mismo nivel de producción “y dejar que el mercado se equilibrara por sí mismo”. No obstante, es evidente que mantener una oferta elevada era parte del juego acordado para continuar deprimiendo los precios del crudo.

Por otra parte por cierto, los inventarios de petróleo son tan abundantes que la capacidad de almacenamiento de un país como Estados Unidos se está acabando, según la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés). Quizá por eso Al-Muhana prefirió evadir el tema del futuro que le espera a los precios del barril, asunto que platicó con el banquero central británico. En vez de eso, se limitó a declarar que “si supiera la respuesta estaría en Las Vegas”.

La realidad en cambio, como podemos leer entrelíneas, es que ante su insistencia en negar el evidente acuerdo saudí-americano para deprimir las cotizaciones, el futuro para el petróleo no puede ser más que negativo. Así que si el barril cayera a nuevos mínimos cercanos a los 35 dólares, nadie debería sorprenderse. Lo anterior, a pesar de que en público Al-Muhana se diga optimista y convencido de que “la demanda es y será más fuerte” gracias sobre todo al crecimiento de economías emergentes.

Lo opuesto es más certero: la economía global se seguirá desacelerando hasta caer en recesión en un ambiente de crudo abundante, y esta vez, el líder de las naciones emergentes, China, también mermará su crecimiento si es que de verdad está creciendo aún. No se trata de que algunos analistas hagamos previsiones “extremas” para que nuestro trabajo sea leído, como acusa Al-Muhana, sino de una visión realista de las cosas. Un trabajo nada fácil cuando desde los gobiernos y bancos centrales tratan, como él, de convencer al público de que exponemos solo “teorías conspirativas y desinformación”. Usted elige.

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