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Hay nerviosismo entre los miembros del Comité de Mercado Abierto (FOMC) de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos. Sin embargo, esta vez no es provocado por un ‘crack’ bursátil, una gran quiebra bancaria o una recesión, sino por la inminente llegada del presidente electo, Donald Trump, a la Casa Blanca.

 

La Fed, ‘tiembla’ ante Trump

 

 

No es para menos. A pesar de la autonomía de la que gozan buena parte de los bancos centrales, ninguno es ni puede ser ajeno al ciclo político de sus países.

 

Para decirlo claro: la titularidad de una autoridad monetaria es un puesto político tanto como económico.

 

Por eso no deben creerse nunca palabras como las de la presidenta de la Fed, Janet Yellen, quien dijo en septiembre ante reporteros que “la política partidista no juega ningún papel en nuestras decisiones”. Nada está más alejado de la realidad.

 

Desde luego, uno no podría esperar que Yellen admitiera lo contrario. Los políticos dicen lo que tienen que decir aunque nada tenga que ver con su actuar en la realidad.

 

En este sentido, Trump durante la campaña se lanzó contra la Fed y acusó a sus funcionarios de no hacer su trabajo y de inflar “una burbuja muy grande y fea”. En uno de los debates dijo incluso que “La Fed está siendo más política que Hillary Clinton”. Pero como explicamos aquí, un banco central SIEMPRE es político.

 

Dicho de otro modo, ahora a Trump ya no le molestará en absoluto que la Fed actúe políticamente, siempre y cuando, ahora le sirva a sus intereses. Reclamará para sí el mismo trato que con Obama: tasas bajas.

 

Esto nos lleva a dos escenarios posibles: El primero es el que dejaron ver los miembros del FOMC la semana pasada al elevar en un cuarto de punto los tipos y prever tres alzas más en 2017, en vez de dos. Este escenario sería el de la confrontación, uno que no gustaría nada al hoy presidente electo. De suceder, en 2018 le aplicaría a Yellen su ya clásico “you are fired!” (estás despedida) para postular a alguien comprometido con su proyecto.

 

El segundo escenario es el de la claudicación. Este ocurriría si, a pesar de sus nuevas expectativas de escalar hasta tres veces las tasas el próximo año, la Fed incumple y las deja sin cambios más de lo esperado. Trump estará más que complacido, y quizá, hasta decida darle una oportunidad a Yellen de quedarse por un periodo más. Todo es posible.

 

Por ahora sólo podemos especular sobre lo que harán o no en el FOMC, pero tenga la certeza de que la presión política de Trump será enorme, y Yellen, tiene las de perder.

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