Tres de cuatro mexicanos (un 76%) tienden a iniciar negocios para perseguir una oportunidad, antes que por una necesidad, según el reporte del Global Entrepreneurship Monitor (GME) de 2014 y, como en el año anterior, la mayoría de las nuevas empresas son de servicios orientados al consumidor.
México es líder en nuevos emprendimientos o start-up en Latinoamérica y hasta el año pasado, según el mismo GEM, 53.2% de la población adulta en este país consideraba el emprendimiento como una opción de carrera deseable. La reciente Semana Nacional del Emprendedor dio cuenta de este entusiasmo: se presentaron más de 100 casos de éxito de todo el país, apoyados por INADEM y hubo espacios para acercar start-ups mexicanas con plataformas de negocios de Hong Kong, Reino Unido, Francia, Corea y Taiwán.
Hoy como nunca, los mexicanos exigen más, mostrándose listos y ansiosos por generarse, ellos mismos, mejores condiciones de vida.
Sin embargo, no hay que perder de vista que las buenas intenciones necesitan respaldo de acciones concretas, y allí tenemos aún cuentas pendientes. Entre los retos modernos de nuestros emprendedores tenemos los siguientes:
Planear ahorros e inversiones con proyección de futuro
En México solamente el 35 por ciento de las personas, incluidos los nuevos empresarios, tiene algún tipo de ahorro o inversión formal, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera que realizó el INEGI en 2012.
Por otro lado, según la encuesta anual de BlackRock publicada en 2014, los mexicanos prefieren vincularse con sus connacionales en materia de negocios, pues del total de empresarios mexicanos bien establecidos, sólo 1.4 % afirma que más del 75 % de sus clientes son extranjeros. En otras palabras, el 86% prefiere invertir sólo en el mismo país.
La escasa educación financiera de los emprendedores mexicanos podría resultar una barrera para las inversiones globales.
Renovar la innovación
Empresas sociales, de alto impacto, incubadoras, espacios virtuales o disruptivos de networking son términos que están sacudiendo los ecosistemas emprendedores de todo el mundo. ¿La clave de todo ellos? Innovación, particularmente orientada a la incorporación y vinculación de más tecnologías y conocimientos.
No temer en competir
La percepción de miedo al fracaso se ha mantenido sin grandes variantes (uno de cada tres tiene miedo a fracasar en su emprendimiento), según los datos de GEM; lo que podría revertirse de aumentar estrategias de competitividad nacional e internacional, así como reforzar las apuestas por satisfacer al consumidor global.