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Rápidos y furiosos

Cuando me encontraba eligiendo el título de este artículo pensé en el clásico «crónicas de una crisis anunciada», pues definitivamente no había que ser adivino o experto en economía para intuir que la actual crisis inflacionaria era un suceso inevitable, y, por lo mismo, evitable (al menos parcialmente).


Tal retórica parece haber tomado sentido dos años después. Los bancos centrales, comenzando por la FED, de omitir y subestimar en más de una ocasión las señales que evidenciaban la no transitoriedad de la inflación, hoy, de manera desenfrenada, evitan que ésta continúe saliéndose de control (Gráfica 1).


Para ponerlo en perspectiva, usando como ejemplo a la FED, con su más reciente incremento de 75 básicos de la tasa de interés, elevándola a un rango de 3 – 3.25%, no sólo registra la primera ocasión en que por tres veces consecutivas eleva la tasa en tres cuartos de punto, sino también que está marcando el ciclo de restricción monetaria más rápido e impetuoso de los últimos cuarenta decenios (Gráfica 2).


Si bien la inflación, por definición, es un riesgo no sistemático, sus causas, como ha quedado en evidencia, pueden ser de índole sistemática, situación que naturalmente complica la tarea de la banca central. No obstante, la pasividad y laxitud desmedida mostrada por esta última durante estos meses le ha costado, de manera inintencionada pero lógica, su credibilidad (Figura 1).


Al revisar las últimas proyecciones para las tasas de interés futuras de la FED tanto de 2022 como de los próximos 3 años, se devela que éstas continuarán en niveles altos hasta el próximo año, en vísperas de reflejar una desaceleración generalizada de los niveles generales de precios, y, con ello, proseguir con un proceso de expansión monetaria en 2024 y 2025 (Gráfica 3).


Tomando como base las proyecciones económicas más recientes de la FED, la mediana de 2022 para el Índice de Gastos de Consumo Personal (PCE, por sus siglas en inglés) se ubica en 5.4% y en un rango de 5.0 – 6.2%, para 2023, la mediana se sitúa en 2.8% y en un rango de 2.4 – 4.1%. Ciertamente, tanto las medianas como los rangos están muy por debajo del dato más reciente; julio, en 6.3%.

Dicho lo anterior, habría que aguardar a analizar los datos de agosto que serán publicados el próximo viernes 30 de septiembre para tener un mejor panorama de la situación; no obstante, los niveles generales de precios han tendido a bajar cuando la tasa de fondos federales es mayor a la tasa de inflación, algo que, por el momento, se ve muy remoto (Gráfica 4).

Como ha quedado en evidencia, la prevención y el antídoto de esta enfermedad, la crisis inflacionaria actual, no fueron ni son (del todo) eficientes, respectivamente, aunado a que, como se ha mencionado en las últimas consultas médicas (conferencias de prensa de las reuniones de política monetaria), es probable que el camino hacia la cura sea, en extremo, dolorosa.

Indudablemente, hay veces en las que el remedio es peor que la enfermedad.

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