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Mundo financiero y literatura: Los mercados financieros y sus albores en Francia.

Las olas de renovación mecieron al bajel francés, liberado del lastre de la monarquía y del anacrónico sistema feudal. La era de Lumieres cimbró las bases económicas y sociales imperantes, y eventualmente transmutaron a un nuevo entramado bajo los estandartes del progreso, el gobierno y la libertad: la caída inminente, la revolución inevitable. La rebeldía ideológica vio la luz, donde la razón y el pensamiento configuraron el eje hacia el desarrollo de las ciencias exactas y estudios sobre los fenómenos sociales. Un coctel apetitoso y digerible, encuadrado en miríadas de palabras, algunos vocablos vanguardistas y nunca antes vistos, con fines ilustrativos e inquietantes. ¿Pasta dura o pasta blanda? La literatura como un instrumento para retratar la concepción sobre el ser humano y comprender sus móviles. Las repercusiones de los movimientos revolucionarios reflejados en el rompimiento escolástico y el advenimiento del realismo. Y una sazón peculiar: nuevas fuerzas antagónicas entre una naciente cofradía privilegiada, la burguesía, y la multitud restante, adaptándose a un nuevo sistema.
 
Una transición teñida por los ataques a la realeza, las revueltas sociales, y la persecución hacia “opuesto” al régimen oficial. Un comienzo intricado del Estado Frances, con la prohibición y la abolición de estatutos que encauzaran su gobierno, entre ellos la pugna entre el sufragio universal y el sufragio censitario. Una triada dedicada a moldear los poderes e imponerse como los brazos ejecutores: Convención-Directorio-Consulado. El último decenio del siglo de Lumieres marcado por los esbozos de una nueva Carta Magna, y la adopción de una identidad nacional. Y al final, la inminente extinción de la incipiente República, y el tránsito hacia el Imperio: las marejadas cesaron debido a la concentración del poder. Una reconciliación con el otrora adversario, bajo los términos del Concordato. Nueva sangre real fue suministrada al ente francés: se abandonaron las confrontaciones internas, y se viró a la extensión del territorio. La aparente reconciliación interna sentó las bases para la formación del mercado financiero y el sector bursátil.
 
La transformación política y social francesa alentó la fundación de una nueva corriente ideológica, planteadas primordialmente en la literatura. El tránsito del individualismo al amalgamiento colectivo. Las ideas sobre la exploración y la concepción de la belleza en el ser humano, ensalzadas por las emociones/la creatividad/las metáforas, se añejaron. La innegable fascinación de la sociedad por lo joven, lo novedoso se manifestó. La nueva moda fue adoptada: lo trascendental es la realidad histórica a nivel individual y social, y no la imaginación ni lo exótico. Miles de adjetivos fueron reemplazados por miles de descripciones. Los móviles de las pasiones y los sentimientos fueron sustituidos por la razón y la psicología: se presenta al individuo como un ser capaz de decidir y moldear su realidad. El monologo interior se introduce como recurso para estudiar la psicología de los individuos, representados por personajes en novelas. Del romanticismo al realismo. 
 
Y hasta aquí un breve contexto histórico sobre los eventos relevantes que acontecieron en las postrimerías del siglo XVIII y los primeros años del siglo XIX en Francia. Mi gran interés por la lectura de novelas clásicas me llevó a la consulta de dos autores franceses del siglo XIX, considerados como los referentes de la corriente literaria del realismo: Marie-Henri Beyle, conocido como Stendhal, y Balzac. Ambos autores con virtudes extraordinarias para desarrollar la psícología de sus personajes, inspiradas en sus vivencias de la época, así como retratar las condiciones sociales y económicas de la época. Aquí, también es meritorio mencionar las dosis de sátira y crítica que se plasman en algunos pasajes de sus novelas, cuestión que podría ser descrito en un artículo aparte. Dentro de sus aportaciones valiosas, la narrativa relacionada con el devenir y el quehacer de la época en materia de mercados financieros captó mi atención: principalmente por su vivacidad y sus detalles.
 
Tanto en las novelas Rojo y Negro de Stendhal como en Eugenia Grandet de Balzac, los pormenores sobre los negocios familiares, la gestión de los activos y los bienes, las inversiones y la obtención de recursos vía mercados financieros dan luz sobre la actividad económica de la época, que paulatinamente se restableció con la incorporación de Napoleón Bonaparte como la cabeza del Estado Francés. En particular, surgió un interés personal por conocer más acerca de la conformación de los mercados financieros en Francia en aquel tiempo. En este tenor, el reconocimiento al desarrollo de estos mercados se lo llevó Inglaterra, que fue la meca económica a lo largo del siglo XIX; sin embargo, las actividades financieras en Francia también demostraron ser importantes no sólo en términos de participación a escala global sino también en contribuciones a un mejor desempeño bursátil. A continuación, les comparto los principales hallazgos sobre este tema, basados en el documento de Hautcoeur/Riva.
 
Primero, la apertura de las operaciones bursátiles se presentó en 1801, en donde el Estado impuso un mercado oficial conocido como Parquet: para ese momento, la bolsa o Bourse solamente manejaba bonos gubernamentales basados en la deuda consolidada de 1897, ofreciendo una tasa a perpetuidad del 5%. Para la liquidación de las operaciones, se estableció un calendario con base en los fines del mes. En un comienzo, el gobierno le otorgo el permiso y derecho exclusivo de gestionar los activos financieros a un gremio conocido como la Compagnie des Agents de Change o CAC:  se incorporaron 71 brokers oficiales, y la entrada a la bolsa fue tarea complicada para aquellos que no formaban parte del CAC. A pesar de esto, no se observó un control de Parquet y, a la par, brokers externos se organizaron y comenzaron a participar en estas labores financieras: a ellos se les conoció como los Coulissiers. Ambos grupos cooperaron y participaron en la integración de las inversionistas a los mercados financieros, ante el creciente interés por parte de la burguesía y la aristocracia. 
 
Pocos años después, las diferencias entre el Parquet y los Coulissiers se fueron acentuando, y cada uno desempeño un papel especifico en los mercados financieros. En el caso del primero, se autorizó la circulación de bonos y acciones estandarizadas, así como el uso de los listados para fijar el precio de las operaciones basados en la oferta y demanda de los activos. En este caso, se promovió un entorno de precios transparentes, donde los pequeños y grandes inversionistas conocían el precio de compra, de venta y los volúmenes de los activos, a través de publicaciones hechas por el gobierno. Con respecto a esto, el Ministerio de Finanzas era el encargado del manejo de los listados, y solamente las compañías francesas eran admitidas a estos listados oficiales. Con respecto los Coulissiers, el volumen y el precio de las operaciones eran pactadas sin tomar en consideración un listado, parecido a lo que se conoce actualmente como Over The Counter (OTC), y estos detalles no eran revelados al público: el atractivo se dio por la flexibilidad e inmediatez para efectuar las operaciones. Asimismo, estos individuos incluyeron bonos gubernamentales y valores privados extranjeros. En fin, los Coulissiers atendían el mercado de los productos considerados como exóticos en aquella época.
 
En el marco de la restauración borbónica, el gobierno francés mostró un interés para atraer inversionistas para su mercado de bonos gubernamentales, dado que el nuevo gobierno requería recabar una suma considerable de fondos para cumplir con el pago de daños a los países invadidos por el otrora Consul Bonaparte. A cambio, los participantes buscaron que el gobierno les brindara mayores garantías para sus activos, más allá de un mejor retorno. Primero, se descentralizó el poder del CAC, y se le asignó a un recién creado consejo de administración, denominado the Chambre Syndicate o CS, con el principal mandato de preservar las condiciones de liquidez. Segundo, en el marco de la crisis de fines de 1810, que llevó a la quiebra a algunos brokers, tanto el banco Central de Francia como un grupo de banqueros pactaron un apoyo económico, y a cambio de garantizar que ninguno de ellos quebrara. Este momento fue el parteaguas para la creación de un fondo permanente, Common Fund, que compensará las pérdidas en periodos de crisis por parte del CAC, el cual fue financiado por el 10% de las ganancias obtenidas de los servicios de brokerage. También, una parte de los recursos fue destinado a los gastos de CS y del desarrollo institucional. Tercero, el gobierno promovió la incorporación de valores privados de origen francés al listado de la Bourse y, más adelante, bonos de origen extranjero. 
 
En la práctica, las condiciones de los mercados financieros franceses aún probaban ser inestables, ya que 1) varios brokers no recibieron el apoyo durante la crisis de la siguiente década, 2) los mercados de valores privados se comportaban de forma inestable, 2) algunos brokers continuaron apoyándose de los Coulissiers, 3) el volumen de operaciones no mostró un crecimiento conforme a lo esperado. El punto de inflexión en materia de maduración del Parquet se observó a partir de 1830, cuando se introdujeron otros cambios institucionales. En primera instancia, el establecimiento de una marco regulatorio y reconocimiento legal de los contratos de forwards, y la eventual introducción de sus precios en los listados bursátiles: esto representó una competencia con los Coulissiers, así como inclusión de los primeros instrumentos de derivados en el mercado oficial. En segunda instancia, la implementación de nuevos acuerdos en materia del Common Fund: entre ellos, la facultad otorgada al CS para utilizarlo sin la aprobación directa del CAC, las auditorias a los libros contables de los brokers, el incremento en el monto destinado a este fondo. Tercero, las mejoras introducidas en las liquidaciones y entregas de los activos. Para el mercado de forward, el lapso entre la ejecución y la liquidación no tomó más de cinco días, un tiempo muy eficiente comparado con los mercados foráneos. Asimismo, se estableció una lista de clientes incumplidos para reducir el riesgo de contraparte. Como resultado, empresas manufactureras y ferrocarrileras financiaron sus proyectos y expandieron sus operaciones, via emisión de acciones y derivados. En general, los volúmenes de las operaciones aumentaron considerablemente en el Parquet.
 
Para comienzos de la década de 1850, diversos brokers de los Coulissiers quebraron mientras que los agentes del Parquet no fueron afectados en el contexto de las crisis ocasionadas por el arribo de la segunda etapa de la República Francesa. No obstante, la especialización de estos agentes en valores extranjeros privados les garantizó su permanencia en los mercados financieros. Y más allá, los Coulissiers mostraron resiliencia y se adaptaron a las nuevas condiciones: su supervivencia se debió principalmente a que el Parquet no fomentó la creación de un mercado que atendiera todas las necesidades de los inversionistas. Específicamente, 1) los brokers del Parquet se mostraron insatisfechos por las restricciones impuestas por el CS en los ingresos variables, 2) la incapacidad para atender todos los servicios demandados, entre ellos la emisión excesiva de bonos gubernamentales por la guerra austro-prisiana y la no-creación de un mercado para atender los valores privados que no cumplían con las normas legales, 3) la eliminación de algunos activos poco líquidos del listado de la Bourse, con mayores rendimientos, y su eventual reincorporación cuando el Ministerio de Finanzas facultó al CS para listar las compañías privadas, y 4) el interés de algunos bancos comerciales para llevar a cabo sus operaciones de forwards en un mercado menos estricto en materia regulatoria. 
 
Durante las siete primeras décadas del siglo XIX, el Parquet y los Coulissiers tomaron los papeles protagónicos en los mercados financieros domésticos: el primero como la versión oficial y tradicional, que gradualmente fue incorporando regulaciones y atendiendo más sectores a fin de preservar su estabilidad y su aparente monopolio; por otro lado, los brokers externos adoptaron un rol simbiótico, atendiendo las necesidades específicas de los mercados y apoyando a los brokers oficiales en la liquidación y pago de activos con condiciones especiales/exóticas: nunca le permitió al Parquet ejercer su monopolio. A partir de 1870, las crisis financieras internacionales pusieron a prueba la estabilidad del sistema financiero francés, y la continuidad de estos protagonistas en el juego: este tema queda fuera del presente material. Con esto, se concluye con el recorrido en cuanto a la conformación de los mercados financieros en Francia durante gran parte del siglo XIX.

Recomendación:

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Referencias:
 
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