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Proteccionismo: conceptos, mitos y evolución en los últimos años

A partir del más reciente conflicto comercial entre Estados Unidos y China a finales de la década pasada, uno de los temas más importantes que ha estado presente en el radar económico en los últimos años es el proteccionismo, quizás “dejado en el tintero” por unos meses dada la magnitud de la crisis mundial de salud pública por la pandemia de COVID19, y que ha tomado mayor fuerza durante este año. Y no es para menos, ya que varios países han anunciado e implementado ciertas medidas económicas, algunas de carácter proteccionista, con el fin de sortear el álgido e intricado panorama económico mundial, principalmente afectado por problemas en las cadenas de suministro y la inflación atípica. 
 
En este tenor, el proteccionismo es un tema que causa controversia ya que, por su naturaleza, va a contrapelo de los principios de libre mercado y la economía global: un mundo sin barreras, donde no hay fricciones en la oferta-demanda. Aunado a esto, el término está vinculado a asuntos políticos, ya que las medidas no se detonan per se, sino son los Gobiernos los encargados de tomar las decisiones en este rubro: en este caso, la polémica se da por 1) emplearse como un “arma” para influir en el comportamiento futuro de otros países, y 2) emitir medidas carentes de transparencia, que es interpretada como una ventaja competitiva para el país que la aplica a costa de otros. Finalmente, algunos académicos, como Stiglitz, han cuestionado las aparentes bondades del libre mercado, principalmente aduciendo la asimetría y la desigualdad en el reparto de estos beneficios, otro punto más que “levanta ámpula”.
 
A propósito de esto, ¿Qué es el proteccionismo? Primero, cabe aclarar que forma parte del universo de la política económica[1], que comprende la política monetaria, la política fiscal, la política cambiaria, y la política comercial, insertándose dentro de este último rubro. Entonces, se define como una política comercial, implementada por los Gobiernos de los países, que está encaminada a la restricción o el control en el flujo comercial con otros países. Según la Real Academia Española (RAE), es “la política… que dificulta la entrada de en un país de productos extranjeros que compiten con los nacionales”[2]. Así pues, el proteccionismo implica 1) una menor competencia, al impedir que productos de origen extranjero se comercialicen dentro del país, 2) una inclinación hacia la producción y el consumo de bienes y servicios en el mercado local, y 3) una acción defensiva/retaliatoria ante determinados sucesos económicos y políticos, o ante la estructura económica imperante, que es el libre mercado. Estos son los hechos o realidades del proteccionismo.
 
Ahora, toca entrar en un territorio pantanoso al hablar sobre los argumentos en contra y a favor del proteccionismo. Por un lado, algunos expertos en materia económica y defensores de los dogmas del libre mercado aducen que esta política es un yerro no sólo para el comercio exterior sino para el país que la aplica y, por consiguiente, un perder-perder, el peor escenario posible. Asimismo, ellos afirman que es una postura completamente opuesta al libre mercado, que los excluye y los condena a no recibir las bondades del sistema económico imperante en la actualidad. Entre los puntos en contra del proteccionismo se enumeran 1) la subida en los precios, ante una menor competencia y mayor poder de las compañías para modificarlos, 2) la poca variedad de productos disponibles en el mercado, 3) la falta de innovación, ya que las empresas locales tienen pocos incentivos para mejorar sus procesos productivos y el producto en sí, 4) la poca o carente calidad en los bienes y servicios ofrecidos, 5) el poco o nulo acceso a recursos tecnológicos, humanos y de insumos en mercados internacionales. En el largo plazo, el proteccionismo inflige daños a los productores, los consumidores y al mercado, en general, de acuerdo con su visión.
 
Por otra parte, otros expertos han desestimado que todo sea “color de rosa” en un contexto de libre mercado e, incluso, han cuestionado su papel en el bienestar económico de los países. Primero, los partidarios del proteccionismo defienden su postura al afirmar que esta política 1) permite el desarrollo de las capacidades productivas de la industria local, 2) otorga mayor nivel de empleo dentro del país, 3) protege las actividades económicas estratégicas, 4) favorece a los empresarios locales y les brinda una mayor participación en el mercado nacional. Segundo, otros especialistas, no tan radicales, ven al proteccionismo más bien como un contrapeso ante las deficiencias del libre mercado, particularmente en términos de la distribución asimétrica de los beneficios generados por la apertura comercial y las desigualdades sociales. Entonces, ellos están a favor de impulsarlo en el corto plazo, principalmente para 1) elevar el nivel de empleo, 2) formar industrias que se dediquen a la exportación, 3) otorgar incentivos a los productores locales y exponerlos, posteriormente, a los mercados internacionales, 4) fomentar la actividad económica interna. En términos temporales, los países se ven más tentados en aplicarlas en tiempos de crisis económicas, guerras, tensiones geopolíticas, entre otros episodios adversos. 
 
Ahora, el proteccionismo, a su vez, se compone de medidas denominadas proteccionistas, cada una con sus particularidades y que, en conjunto, tienen como propósito disminuir o cerrar el flujo comercial con otras economías, como ya se ha señalado. Las medidas proteccionistas más conocidas son los aranceles, las cuotas a la importación, los subsidios a productores, y las barreras administrativas. En primera instancia, los aranceles son impuestos aplicados a bienes importados, que son pagados por los importadores y cuyo principal efecto es encarecer las importaciones y, por ende, se reduce su demanda. Segundo, las cuotas son restricciones aplicadas al volumen de importaciones, limitando la entrada a cierto número de unidades en un tiempo específico: esto produce un incremento en los precios de los artículos importados, al hacerlos más escasos en el mercado, y la demanda también se ve afectada negativamente. Tercero, los subsidios son diversos apoyos a las empresas, entre ellos dinero y préstamos a una tasa preferencial. Y, cuarto, las barreras administrativas son permisos, normas de calidad, y certificaciones que deben cumplir/poseer las mercancías importadas para ser comercializadas en el mercado local.
 
Después de esta revisión conceptual, ¿Cuál es la postura de la mayoría de los países en términos de proteccionismo? Muchos creerían que la política comercial de apertura es la predominante en el contexto del libre mercado; sin embargo, los países, generalmente, adoptan un cierto grado de restricción comercial, tanto en importaciones como en exportaciones, y, así, una apertura “no completa” al comercio exterior: los Gobiernos establecen tanto las restricciones en la entrada/salida de ciertos productos, como en las condiciones o requisitos que deben cumplir para su comercialización, y las aduanas vigilan que todas estas normas sean cumplidas a cabalidad. En este sentido, las normas son más flexibles y el comercio es más ágil y optimo[3] cuando se conforman bloques comerciales, mediante la firma de tratados de libre comercio. Por otra parte, la mayoría de los países, a nivel mundial, están adheridos a la Organización Mundial de Comercio, un organismo que procura que los países no apliquen ningún obstáculo discriminatorio[4] al momento de participar en el comercio internacional, con el fin de hacer más equitativo y justo el intercambio comercial entre países.   
 
Por otro lado, ¿cómo ha evolucionado este aspecto durante los últimos años? El sitio web Global Trade Alert ha monitoreado el comportamiento proteccionista de los países desde la crisis financiera de 2008. Para entenderlo mejor, este sitio maneja dos conceptos importantes: intervenciones de liberalización, donde el Gobierno levanta restricciones o quita trabas al comercio con otros países, e intervenciones discriminatorias, donde el Gobierno impone más barreras, controles y restricciones de entrada/salida de mercancías, y que se entienden como proteccionismo. En este caso, se observa en la figura 1 que las intervenciones discriminatorias (rojo) superan con creces a las intervenciones de liberalización (verde), y el repunte comienza a partir del conflicto comercial China-Estados Unidos en la era Trump.  Adicionalmente, la figura 2 muestra que los países más afectados por las intervenciones discriminatorias son China, Alemania, Estados Unidos, Francia y Reino Unido. Finalmente, los sectores más perjudicados por estas últimas intervenciones son hierro/acero, partes de automóviles/camiones, otros productos metálicos, cereales, y compuestos químicos básicos, como se aprecia en la figura 3. Este sitio cuenta con el apartado de Latest State Acts, con la finalidad de consultar el detalle de cada una de las medidas, entre ellas el nombre, el país, el tipo de intervención y los sectores/productos relacionados. 

Figura 1. Numero de nuevas intervenciones implementadas cada año, 2008-2022. Global. Fuente: globaltradealert.net
Figura 1. Numero de nuevas intervenciones implementadas cada año, 2008-2022. Global. Fuente: globaltradealert.net
 
 
Figura 2. Mapa de calor basado en el número de intervenciones discriminatorias, 2008-2022. Fuente: globaltardealert.net
Figura 2. Mapa de calor basado en el número de intervenciones discriminatorias, 2008-2022. Fuente: globaltardealert.net

 
Figura 3. Sectores más afectados por intervenciones discriminatorias, 2008-2022. Fuente: globaltradealert.net
Figura 3. Sectores más afectados por intervenciones discriminatorias, 2008-2022. Fuente: globaltradealert.net

Retomando la figura 1, las nuevas intervenciones discriminatorias se redujeron durante la etapa crítica de la pandemia de COVID19, mientras que, por otra parte, las intervenciones de liberalización han aumentado en tiempos recientes. Los problemas en la cadena de suministro, derivados de los ceses temporales de las actividades económicas y cambios en la demanda, han ocasionado que las compañías tarden en iniciar sus operaciones e, inclusive, algunas de ellas no operan a sus niveles normales por el abastecimiento limitado de sus insumos: el mundo está enfrentando una escasez “artificial”[5] y una oferta limitada, que ha sido rebasada por la demanda. Y al final del eslabón, los índices de precios de las economías han subido a niveles observados en décadas. En respuesta, los Gobiernos han otorgado apoyos en materia comercial y productiva, principalmente rebajas en los aranceles, mayores subsidios y beneficios fiscales, con la finalidad de atender estos males económicos. Asimismo, algunas compañías han implementado el nearshoring o reshoring en virtud de 1) hacer más resilientes sus cadenas productivas y 2) aprovechar los beneficios ya citados que otorgan los Gobiernos para relocalizar sus actividades. 
 
En el presente año, las tensiones geopolíticas causadas por el conflicto entre Rusia/Ucrania han reavivado las intervenciones y sanciones discriminatorias entre Rusia y Occidente[6], como se observa en la figura 4. Así, estas dos perspectivas, que se han desarrollado de manera paralela, han sido erróneamente catalogadas como proteccionismo. En realidad, todas sanciones comerciales, derivadas de los episodios recientes de tensiones geopolíticas, y una alícuota de las medidas comerciales por tema de crisis en el suministro, principalmente relacionadas con reshoring, pueden ser consideradas como proteccionistas. También, es erróneo pensar que proteccionismo es sinónimo de malo, y es claro en el contexto actual: por un lado, las intervenciones discriminatorias sí son negativas para la economía ya que impactan en la producción y comercialización de materias primas y productos de la canasta básica, como en el caso del aceite comestible; por otra parte, las medidas comerciales de reshoring o nearshoring, en efecto, reducen el tamaño del comercio exterior pero, a su vez, son un bálsamo para los productores, los consumidores y las economías locales, en general, en tiempos donde la cadena de suministro y el sistema “just-in-time” no pueden operar de forma óptima. Por supuesto, se espera que estas medidas sean temporales, tal y como lo abordan los expertos que apoyan en el proteccionismo en el corto-mediano plazo. 
 
Figura 4. Sanciones entre Rusia-Occidente. Lado derecho: países que han aplicado sanciones a Rusia. Lado izquierdo: contrasanciones que Rusia ha aplicado a los países. Fuente: globaltradealert.net
Figura 4. Sanciones entre Rusia-Occidente. Lado derecho: países que han aplicado sanciones a Rusia. Lado izquierdo: contrasanciones que Rusia ha aplicado a los países. Fuente: globaltradealert.net
 
En resumen, el presente artículo comienza con un abordaje teórico sobre los aspectos más relevantes del proteccionismo, entre ellos su definición, sus medidas y las posiciones de los expertos en torno a este tema. Posteriormente, se analiza la evolución del proteccionismo y del libre mercado en años recientes, en términos de intervenciones discriminatorias e intervenciones de liberalización, respectivamente. En tal sentido, son tres episodios los que han marcado la pauta en el devenir comercial: la guerra comercial entre Estados Unidos/China, la epidemia por COVID19 y la invasión de Rusia a Ucrania. Por último, este material cuestiona dos puntos: 1) todas las medidas comerciales implementadas a raíz de estos sucesos son de corte proteccionista, 2) todas las medidas proteccionistas son perniciosas para la economía mundial, sin importar el contexto.

Notas a pie de página:

[1] Comprende todas las herramientas y acciones tomadas por las diversas autoridades de un país orientadas a proporcionarle estabilidad macroeconómica y crecimiento económico sostenido.
[2] https://dle.rae.es/proteccionismo
[3] Sobre todo en mayor transparencia y en resolución de conflictos/disputas comerciales entre países.
[4] En términos sencillos, poner a otros los países en las mismas condiciones en términos de comercio (Trato de Nación más Favorecida – NMF).
[5] Artificial dado que los factores de producción son insuficientes.
[6] Catalogados como los países desarrollados en Occidente, principalmente Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania y Francia.
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