Se cumplieron tres largos años de negociación del T-MEC que transmutó de un añejo y avejentado TLCAN y que este 1º de junio entró en vigor. Este tratado remasterizado y recargado es muy parecido al TLCAN. El triunfo básicamente fue preservar mayoritariamente las condiciones que ya existían y en reducir el propósito que tenía Trump de un acuerdo que sólo beneficiaria a los Estados Unidos.
La entrada en vigor del T-MEC puede ayudar a mitigar la crisis económica
El T-MEC es una poderosa herramienta para la economía nacional y asegura que México mantendrá un acceso al mercado más grande del mundo, los Estados Unidos representan una cuarta parte del Producto Interno Bruto mundial. En ese terreno se rescató un concepto fundamental para la economía nacional que fue demostrarle a Trump la importancia estratégica que tiene México para la economía de EEUU. Llegar a un acuerdo con Donald Trump no es sencillo.
En cuanto al potencial que existe en el crecimiento es muy alto como resultado de un proceso natural que existe en las cadenas de valor de toda norteamerica. No hay nada que inventar, México encaja en la cadena de producción que ha fortalecido a lo largo de varias décadas a la industria manufacturera nacional. En ese terreno y en un entorno tan dañado por la pandemia de Covid-19, la entrada en vigor del T-MEC ayudará a reducir el impacto negativo de la crisis de salud pública.
Aunque para lo anterior es necesario que el gobierno federal intensifique su trabajo coordinándose con la iniciativa privada para que México ofrezca varias mejoras en ámbitos como el de la logística de transporte, disponibilidad de fuentes de energía (como el gas natural) y un Estado de derecho que evite el robo de mercancías. Es decir, el clima de negocios no debe verse enrarecido por decisiones políticas que lleven de rebote en rebote la confianza de los inversionistas.
Al mal tiempo buena cara y el T-MEC puede ayudar a esto.
