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El peso sigue en caída libre frente al dólar estadounidense, que ayer al menudeo se vendió por arriba de los 15.50. Al mayoreo cerró en 15.20 pesos por dólar, por lo que ya están a la vista los 15.49, su máximo histórico alcanzado hace seis años. De hecho, la fortaleza del billete verde es tal que no solo nuestra moneda está depreciándose frente a él, sino también otras divisas como el propio euro, que ya se encuentra a niveles mínimos de más de 11 años y medio.

Como el dólar es todavía visto como la divisa de reserva global, ante la aparente ausencia de mejores opciones, cada vez que Europa, China, Japón, etc., son percibidos como económicamente débiles, como hoy, el refugio típico son los bonos del Tesoro americano y su moneda. En este escenario internacional, nuestro frágil peso mexicano no es la excepción.

China, la mayor economía mundial por paridad de poder de compra, rebajó ayer a 7 por ciento su meta de crecimiento para 2015, la tasa más baja en quince años. Aunque su (equivocada) política fiscal continuará intentando “estimular” su economía, lo cierto es que los chinos tienen que acostumbrarse a una “nueva normal” de menor expansión de lo que estaban acostumbrados. Así que ese motor está reduciendo velocidad.

En Europa, si bien este jueves Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, elevó sus estimaciones de crecimiento de la zona euro desde 1.0 a 1.5 por ciento anual, lo cierto es que su mayor temor, la deflación, sigue rondando. Por cierto, su propio programa de compra de bonos que iniciará este lunes, lejos de ayudar a combatir la baja de precios la empeorará.

En este adverso escenario económico, hay quien dice que Estados Unidos es una especie de oasis de crecimiento y centra en ellos las esperanzas de economías como la mexicana. Mal hecho. Ayer supimos que los nuevos pedidos de bienes manufacturados en ese país durante enero, cayeron 0.2%, tras una baja de 3.5% en diciembre, con lo que acumulan seis meses consecutivos de caída. Como se aprecia en el gráfico siguiente, las dos ocasiones anteriores en que los pedidos fabriles cayeron a estos niveles, la economía americana ya se encontraba en recesión.

Del "súper peso" al peso súper débil
 

De manera que quien espera que Estados Unidos “jale” a la economía de México, mejor debería sentarse a esperar. De hecho, como sabe, los analistas consultados por Banxico ajustaron ya a la baja –por sexto mes consecutivo también, su pronóstico de crecimiento para el presente año, a 3.08 por ciento, desde un 3.29 por ciento.

En este sentido, a pesar de que para muchos analistas la debilidad del peso es pasajera y hasta inesperada, la realidad es que aquí le anticipamos desde el año pasado que los fundamentos de la economía mexicana, no eran tan sólidos como se argumentaba.

Si nuestro peso lució fuerte durante los años anteriores, se debió a que de nuestros vecinos del Norte salieron oleadas enormes de liquidez producto de la impresión masiva de billetes que aún realiza su banco central. Recordemos que aunque el programa de “flexibilización cuantitativa” esté terminado, la Reserva Federal (Fed) estadounidense sigue interviniendo para mantener su hoja de balance. A propósito, se espera de forma equivocada que suban la tasa de interés. No lo harán y menos con una economía débil y un dólar fortaleciéndose.

Pues bien, decíamos que muchos capitales golondrinos de aquella oleada americana entraron a México a beneficiarse de que les pagamos una mayor tasa de interés. El peso tomó fuerza. Mientras haya flujos de capital hacia un país y su divisa, todo siempre lucirá mejor de lo que en realidad es. Sin embargo, esa falsa realidad se viene abajo en momentos en que si bien no se vive aún una gran crisis global, sí hay claros signos de que cada día que pasa se aproxima más.

De manera que la debilidad del peso, aunque con fluctuaciones, llegó para quedarse. En julio 2014 dijimos en este espacio que el peso era una divisa a evitar. Aun así, aunque ya sea algo tarde, más vale que empresas y personas continuemos tomando acciones de defensa y previsión, pues ya sabemos que la devaluación del peso, no nos trae cosas buenas.

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