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Razones económicas por las cuales los niños aún no deben regresar a la escuela

Razones económicas por las cuales los niños aún no deben regresar a la escuela

Existen muchas dudas en cuanto a si ya es momento de que los niños y jóvenes regresen a la escuela, pues los gobiernos de diferentes entidades en México ejercen presión, parece que están casi obligando a que las escuelas sean reabiertas, y para brindar cierta “confianza” anuncian que debido a la baja en el número de hospitalizaciones ya podemos pasar a semáforo verde, sin embargo, un color pudiera ser insuficiente para mandar a los niños a la escuela sin riesgo alguno.
 
Por casualidad me topé con un reportaje de Marit Arvelay, periodista en ciencias y consultora, titulado “Disautonomía: nombre médico de las secuelas del Covid largo”, en esta época de abundancia de noticias falsas el nombre del padecimiento me causo duda y el mismo tiempo intriga, así que busqué información en fuentes científicas y para mi sorpresa, en primer lugar la disautonomía sí existe desde hace un buen tiempo, pero lo segundo que encontré (y todavía más alarmante) fue que este padecimiento se ha estado encontrando cada vez más en personas que se contagiaron de Covid-19.
 
Por ejemplo, la Sociedad Española de Oftalmología documentó en enero de 2021 el caso de una paciente que se había contagiado de Covid-19 y que llevaba tres días con las pupilas dilatadas, ello le ocasionó visión borrosa y al hacerle estudios le encontraron diferentes secuelas neurológicas.
 
Al revisar más documentos encontré que se han encontrado diferentes problemas neurológicos en personas contagiadas con Covid-19.
 

¿Qué es la disautonomía?

(De acuerdo a la información del citado reportaje) Es una condición crónica que afecta a nivel neurológico, en este caso lo que sucede es que se presentan disfunciones en el sistema nervioso debido a que la comunicación entre los nervios presenta fallas. Recordemos que lo que hace el sistema nervioso autónomo es enviar instrucciones a los órganos para que realicen funciones vitales involuntarias importantes como:
 
  • Respirar.
  • Latidos regulares del corazón.
  • Presión arterial correcta.
  • Digestión.
  • Regulación de temperatura corporal.
  • Equilibrio.
  • Etcétera.
 
La disautonomía está catalogada en el mundo como una condición crónica, no tiene cura, ni tratamiento específico y es considerada una discapacidad invisible porque quienes la padecen se ven sanos pero sus problemas de salud ocurren por dentro debido a diversas fallas sistémicas, lo cual acaba por limitar y afectar sus actividades cotidianas.
 
Se sabe que hay personas que han desarrollado este padecimiento debido a:
  • Factores genéticos (nacen con él).
  • Daño nervioso por golpes.
  • Daño en nervios a consecuencia de alguna operación.
  • Por infecciones virales.
 
Justamente hay cada vez más pruebas de que el Covid-19 es un virus que daña al sistema nervioso y cada día se refuerza la teoría de que sería el causante de más casos de disautonomía en el mundo.

 

Como la disautonomía es un padecimiento que afecta la comunicación del sistema nervioso con los órganos, se ha documentado que ya provoca este tipo de problemas:
 
  • Fatiga crónica.
  • Fibromialgia.
  • Problemas de memoria.
  • Dificultad para recordar palabras.
  • Afectaciones en la concentración (sin que llegue a ser grave porque no afecta funciones cognitivas).
  • Problemas de circulación.
  • Problemas de oxigenación.
  • Afectación en los latidos regulares del corazón.
  • Sensación quemante en brazos y piernas.
  • Dolor similar al de un ataque cardiaco.
  • Parálisis parcial o total del estómago, lo cual hace que se retrase la digestión provocando dolor, inflamación, vómito, pérdida de peso, desnutrición o anemia.
  • Etcétera.
 
Todo lo anterior debido a “errores” o “deficiencias” de comunicación e instrucciones que se dan a diferentes órganos a través del sistema nervioso.

La disautonomía como una consecuencia o secuela provocada por haber padecido Covid-19 ya ha sido documentada por la revista biomédica de la Clínica de Investigación Autonómica de la Universidad de Stanford, esto fue confirmado por un segundo estudio a cargo de la Sociedad Autonómica Americana de la Universidad de Calgary en Alberta, Canadá.
 

¿Por qué los niños no deberían acudir a la escuela aún?

Actualmente se han documentado más casos en el mundo de menores de edad que han desarrollado disautonomía por haber padecido Covid-19, algunos de ellos, por ejemplo, han presentado aumento en los latidos del corazón al ponerse de pie, fiebres hasta por cuatro semanas, problemas de respiración en las madrugadas, dolores fuertes e inexplicables, etcétera.
 

Razones económicas por las cuales no se debería mandar a los niños a la escuela

Un padecimiento discapacitante acaba por afectar la vida cotidiana de quien lo sufre, en especial la capacidad de ser productivo y así generar recursos económicos para solventar la vida diaria, si una persona tiene enfermedades que le impidan trabajar ¿cómo podría pagarse sus tratamientos médicos? sin duda esto es algo que afectará su calidad de vida, su economía y la de sus familiares.
 
En México, por ejemplo, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de por sí es un organismo que trabaja con catálogos viejos y desactualizados que no reconocen muchas enfermedades actuales discapacitantes, de modo que eso provoca que quienes las padecen no se les otorguen beneficios como jubilaciones por discapacidad.
 
Al día 4 de junio de este año, la Secretaría de Salud federal informó que en México se han vacunado a 23 millones 730 mil 336 personas contra Covid-19, es decir, apenas 27% de la población mayor de 18 años, pero de estos solamente 13 millones 801 mil 863 tienen el esquema completo de vacunación. La meta es llegar a 80 millones de personas con dosis completas para poder romper efectivamente la peligrosa cadena de contagios, es decir, nos falta vacunar todavía a más de 64 millones de mexicanos.

 

Exponer a una o a varias generaciones de menores de edad mandándolos a la escuela sin vacunar es sin duda un grave error humano y económico, pues si se contagian de Covid y sobreviven podrían desarrollar enfermedades graves como secuelas de este virus, las cuales los harían improductivos y podrían ser personas que requieran tratamientos médicos de por vida cuyos costos serían financiados por otros mexicanos; el problema es que para los próximos 20 años se calcula que la población vieja en México será más alta que la joven, cuando se supone que (en parte) la riqueza que produce la generación nueva es la que sustenta los gastos médicos de la mayor, pero si desde ahora arriesgamos la salud de quienes sustentarán a este país estaríamos generando una carga económica que se ve inviable desde ahora.
 
Los gobiernos en México, vengan de donde vengan, una y otra vez han demostrado no pensar ni planear en el largo plazo, así que cambiar el color del semáforo epidemiológico para justificar la apertura de los centros educativos para mandar a millones de menores de edad a clases presenciales, representa un riesgo potencial para ellos, incluso para quienes no tienen aún dosis competas de vacunación.
 
Con este escenario, la decisión de enviar a los menores de edad a la escuela recaerá sólo en la conciencia de cada padre de familia, ya que la administración federal actual no está considerando las consecuencias económicas, sociales, de salud, ni humanas de las futuras generaciones en el largo plazo, cuando la evidencia científica hasta ahora indica que, sin vacunación completa masiva, no es momento para el regreso colectivo a los centros educativos.




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