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Más que sólo números

Una de tantas cosas que me apasionan de las finanzas es que son subjetivas, pues si bien hay métodos y reglas específicas para casi todo, cada uno le da su propio toque, lo cual hace heterogénea y, por ende, más rica la perspectiva de análisis.

No obstante, en algo que todos coincidimos es que el objetivo primordial que todo inversionista, institucional o privado, tiene en mente, es acrecentar el patrimonio que le ha sido conferido. Y también estamos de acuerdo en que independientemente de la filosofía de inversión comulgada, es siempre todo un reto.

De acuerdo con mi experiencia, me gustaría dejarle sobre la mesa aquellas técnicas y herramientas que podrían considerarse como imprescindibles al momento de realizar esta ardua, pero maravillosa tarea, el análisis financiero, esperando que no solo sean de su interés, sino también sirvan como un complemento en su tesis.

El primer paso es ir de lo general a lo particular, a través de un análisis top-down (de arriba hacia abajo). Es preferible y mucho más fácil entender el contexto macro antes que el micro; basta con revisar en qué etapa del ciclo económico nos encontramos para comenzar a discriminar los sectores e industrias con los más altos potenciales de generación de valor, considerando ante todo el riesgo sistémico.

Una vez que conocemos el acontecer económico y financiero internacional, proseguimos a analizar los sectores e industrias que se seleccionaron, mediante los factores fundamentales cuantitativos y cualitativos. Los primeros aluden a las características del modelo de negocio, contemplando desde el poder de negociación de los clientes, el poder de negociación de los proveedores, las barreras de entrada, los productos sustitutos y las rivalidades entre los competidores. Por su parte, los últimos refieren a la información financiera: Estado de Flujo de Efectivo; Estado de Resultado Integral; Estado de Situación Financiera, y el Estado de Cambios en el Capital Contable.

El tercer paso consiste en extraer datos de los estados financieros, ¿cómo? Usando ratios financieros, que no son otra cosa que operaciones de aritmética básica que nos ayudarán a determinar qué tan rentable, liquida y solvente es una empresa. La regla general dicta que se deben comparar entre empresas de un mismo sector. Hay muchos, pero para el alcance de este artículo, nos adentraremos en los siguientes:

  • Capital Neto de Trabajo (NWC, por sus siglas en inglés): diferencia del activo y el pasivo corrientes (menores a 12 meses). Cuando una compañía cuenta con un capital de trabajo positivo significa que es solvente y, por consiguiente, puede financiarse, tanto operativamente como para proyectos de expansión.
  • Prueba del ácido (Quick Ratio): la resta del inventario de los activos corrientes, dividido entre el pasivo corriente. Permite conocer cuán líquida es una empresa, considerando exclusivamente sus activos fácilmente convertibles en efectivo. Una relación superior a 1 es un buen aliciente, aunque en algunos casos podría significar un exceso de dinero ocioso. Un valor menor a 1 es un síntoma de una mala gestión del ciclo de conversión del efectivo.
  • Beneficios por Acción (EPS, por sus siglas en inglés): resultado del cociente de la utilidad neta entre el número de acciones en circulación (si la empresa obtuvo una pérdida neta, no es posible calcularla). Es una métrica que nos indica la capacidad de una compañía para generarles ganancias netas a cada uno de sus accionistas comunes; cuán más alta sea, más rentable es.
  • Relación precio/utilidad (PER, por sus siglas en inglés): muestra cuánto se está dispuesto a invertir para recibir un dólar estadounidense de utilidad. Para una mejor interpretación se coadyuva del anterior. En cuanto a su cálculo, resulta de la división del precio de la acción entre los Beneficios por Acción.
  • Rentabilidad sobre el Capital (ROE, por sus siglas en inglés): la división de la utilidad neta entre el patrimonio. Es una de las medidas de rentabilidad más importantes, pues a través de su cálculo nos es posible evaluar la capacidad de la empresa para generar beneficios dado su capital contable.



Esto, en conjunto con un seguimiento constante del mercado, no sólo le permitirá entender con mayor profundidad el entorno, sino también contar con información de valor que le ayudará a seleccionar activos de alta calidad y que, al mismo tiempo, satisfagan sus objetivos y horizontes de inversión.

Como conclusión y sin afán de ser contraproducente, hay una frase de Charlie Munger que resulta ser muy apropiada:

《La gente realiza muchos cálculos, pero piensa poco》.

Pues recuerde, el análisis es más que sólo números.
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