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Un empleo no tan pleno

De entre los conceptos económicos más importantes que existen está el «pleno empleo», el cual refiere a una situación en la que toda la población de un país que está en condiciones y disposición de trabajar tiene la oportunidad de hacerlo.

Dado que es raro o difícil encontrar un mercado laboral donde la tasa de desempleo iguale a 0%, en el sentido práctico se considera que una economía está en pleno empleo cuando los niveles de desocupación se explican principalmente por el desempleo friccional.


Dicho lo anterior, cuando revisamos las cifras nacionales nos encontramos con que cerramos el 2023 no sólo con la segunda tasa de desocupación más baja del G20 (considerando los datos disponibles al 26 de enero), de 2.61%, detrás de Suiza con 2.30%, sino también que se trata del menor registro para un mismo periodo desde que hay datos disponibles (Gráfica 1).

Si bien es positivo reportar tan buenos niveles de empleo, en el fondo debemos enfocarnos también en otros factores, tales como las condiciones laborales o el poder adquisitivo de la población ocupada. Desglosemos algunas cifras.


La tasa de ocupación terminó el año situándose en 97.39%, significando que 59.1M de personas se encontraban desempeñando alguna actividad productiva. Lógicamente y en línea con el punto anterior, es, hasta ahora, la cifra proporcional más alta.

Por su parte, el crecimiento interanual anotado fue de 2.06%, adhiriéndose 1, 196,439 personas; cifra por encima del promedio histórico de 1.83% (Tabla 1).


Uno de los grandes retos del mercado de trabajo mexicano es aminorar el gap existente entre la formalidad y la informalidad, que, a pesar de tener el diferencial más pequeño desde hace 19 años (4, 290,311 puestos) y de anotar su tercer año consecutivo de achicamiento, es relevante mencionar que la generación anual de empleos formales ha estado disminuyendo su ritmo de crecimiento en este último trienio (Tabla 2).


Revisando los datos concernientes a los subocupados; es decir, aquellas personas que están dentro de la población ocupada pero que tienen la necesidad y disponibilidad de trabajar más tiempo, vemos que la proporción de subocupación con respecto a los ocupados es de 7.63%, en línea con el promedio de 7.62%. No obstante, un número lejos del promedio de 6.41% (para mal) es que, luego de 2 años consecutivos de descensos anuales, explicados particularmente por la recuperación económica posterior a la pandemia de COVID-19, en 2023 rebotó el nivel de subocupación en 308,654 personas, una aceleración del orden de 7.34% (Tabla 3).


Ahora bien, analizando la situación laboral del segmento desocupado por la duración del desempleo y el antecedente laboral. En cuanto al primer segmento, nos encontramos con que, hasta 1 mes con el 40.72%, continúa prevaleciendo como el principal periodo en el que la mayor parte de las personas lleva sin encontrar un nuevo trabajo, incluso se sitúa por debajo de la media histórica de 41.86%, al igual que el resto de las periodicidades, pero el lapso de más de 1 mes hasta 3 meses con 38.61% muestra la brecha más alta sobre el total desde el 2015. En lo que respecta al segundo, el porcentaje del desempleado sigue concentrándose en quien antecede con experiencia con el 88.07%, ubicándose por debajo del promedio histórico de 90.09%; sin embargo, se registra el nivel más bajo en cuanto a quien perdió o terminó su empleo con el 43.58% desde el dato del 2006, 40.60%, al tiempo que tenemos el nivel más alto en cuanto a quien renunció o dejó su empleo en 38.38% desde el 2007, 38.79% (Gráfica 2).


Finalmente, algo que no puede omitirse es el análisis del comportamiento del Salario Mínimo General y la canasta básica alimentaria. Ciertamente, en el 2023 el precio promedio de una canasta alimentaria se elevó por encima de la media, 7.99% contra 5.93%, pero, a la par, el diferencial entre ésta y el Salario Mínimo General es la segunda más alta en lo que va del siglo, posicionándose en 12.01%, lo cual nos daría a entender que el poderío de compra del trabajador se encontró en uno de sus mejores momentos, reafirmando la tendencia de los 3 años previos en cuanto a la adquisición de 2 canastas básicas alimentarias al mes (Tabla 4).

Bajo esta óptica, podemos confirmar que México goza de un mercado laboral sólido y robusto, pero con mucho por hacer en materia de formalización, pues ello acentúa la ligera línea entre la precarización y la salvaguardia de los derechos de los trabajadores, y recordando que no todo son canastas básicas alimentarias.

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