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La delgada línea

El ojo del inversionista, como lo ha sido desde siempre, está puesto en el mercado accionario americano (S&P 500), el cual, en el contexto actual y contra todo pronóstico (principalmente, a razón de los efectos arancelarios), se sitúa en máximos históricos (24 nuevos en lo que va del año), acumulando un retorno YTD del orden de 11.95% al corte del 12 de septiembre de 2025.

Más allá de si la Bolsa está sobrevalorada, hay un hecho que, desde una perspectiva subjetiva, no ha parecido hacer mucho eco en los inversionistas, la intención del gobierno chino de limitar las operaciones especulativas en su mercado bursátil.


Uno de los puntos medulares a señalar es que el Shanghai Composite Index está regresando a niveles no vistos desde hace una década, registrando un avance acumulado anual de 15.84% y del orden de 24.86% desde los mínimos del año (Gráfica 1).

Entre las razones que fundamentarían su buen desempeño destacan: la fuerte participación de muchas empresas en la industria de la Inteligencia Artificial (AI, por sus siglas en inglés), la implementación de diversas medidas de relajación monetaria por parte del Banco Popular de China (PBoC, por sus siglas en inglés), la proliferación de recompras de acciones y pago de dividendos de las emisoras como consecuencia de una regulación corporativa más laxa, valuaciones atractivas y la incorporación de estímulos domésticos como medida de cobertura ante los aranceles americanos.


No obstante lo anterior, no todo estaría cimentado por bases económicas sólidas, pues las operaciones con margen alcanzaron niveles récord a inicios de septiembre, totalizando CN¥2.28T (US$ 320B), cifra que ya supera a la registrada antes del desplome bursátil de 2015, de CN¥2.27T (Gráfica 2).

En esa misma línea, se ha revelado que los depósitos de los hogares descendieron 0.7% desde el máximo de junio del presente a CN¥ 160.9T (US$ 23T).

Naturalmente, esto le daría aún más margen de subida al mercado, pero, justamente, alimentaría un mayor apetito por la especulación, materializándose en volatilidad.

Si bien el argumento de las autoridades de ese gigante país asiático descansa en proteger a los inversionistas minoristas, no hay quien descarta la idea que el verdadero meollo podría estar en tener un total control de la liquidez que se encuentra dentro de sus fronteras, evitando así la infiltración de capitales que «busquen» desestabilizar sus mercados.

Para ello, estas cifras contrastarían lo ya dicho.


Ciertamente, la entrada de inversionistas minoristas repercute en el comportamiento del mercado; sin embargo, las últimas métricas develarían algo lógico, no han estado operando en solitario, sino como complemento de los big players. Profundizando un poco más, específicamente en cuanto al estilo de inversión, contrasta aún más, pues a diferencia de los privados, que, generalmente buscan realizar operaciones de un horizonte temporal de corto plazo, estos últimos se enfocan en el largo plazo (Gráfica 3).


Independientemente, del crecimiento del fondeo con margen y el apetito creciente de los minoristas por participar en el bull market, no se muestra un aumento exponencial en la apertura de cuentas de corretaje (Gráfica 4).


En tanto a la teneduría de papeles chinos por manos extranjeras, pese a que se ha acrecentado, encontrándose en niveles similares a los registrados a finales de 2024, dista de los niveles máximos registrados a finales de 2021 (Gráfica 5).

¿Acaso será ésta la carta con la que China buscará redefinir el entorno financiero global (por encima del comercial)?

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