Cierta ocasión escuché decir que el peor «enemigo» de un médico es otro médico, y, de forma similar, como financiero podría aseverar que el peor «enemigo» de un analista financiero es, precisamente, otro analista financiero.
Durante el último mes, he estado contrastando ideas y posturas sobre las condiciones actuales del mercado, tanto como lector de medios digitales especializados como conversador con otros inversionistas individuales (profesionales y no profesionales). A partir de este ejercicio, y como siempre sucede, puedo deducir que las opiniones son muy divergentes, pues por un lado hay quienes sostienen que el fenómeno de Inteligencia Artificial (AI, por sus siglas en inglés) dista de ser una burbuja financiera a razón de, entre otras cosas, una rentabilidad empresarial mejor cimentada (que en crisis anteriores) y deudas mejor gestionables, mientras que otros tantos (incluyéndome) guardan una perspectiva con mayor suspicacia sobre el constante y fuerte crecimiento que la Bolsa ha registrado, anotando que éste se explicaría tan sólo por 7 acciones, la ubicación en niveles exorbitantes de indicadores fundamentales clave (como el Indicador Buffet por encima de 200% o el ratio Precio Utilidad de Shiller rondando 40x), así como, y no menos importante, el avance simultáneo del mercado accionario y el oro.
Independientemente de cuál sea su postura personal, y, desde luego, no pretendiendo causar ningún tipo de «influencia» en la misma, la mejor explicación para todo es lo más simple (y lo más evidente). Y, en ese sentido, cuando todo mundo está hablando de un tema, si bien cada vez más abierto, pero que sigue y seguirá siendo especializado, como, por ejemplo, la inversión en oro es que, posiblemente, se avecine el momento de la cordura (Gráfica 1).
Dicho lo anterior y bajo la misma lógica de explicación, es natural que, en algún punto (ciertamente, ya no tan lejano), los inversionistas comiencen a materializar sus ganancias, motivando una corrección de los precios de los activos, razón por la que resulta esencial comenzar a prepararse estratégicamente para gestionar de forma eficiente sus inversiones (Tabla 1):
I. Ésta sería la única estrategia por ejecutar para aquel que esté invertido por un horizonte temporal de largo plazo, la cual se reduce a «no hacer nada». Si usted se enfoca en instrumentos cuya tesis de inversión sea pasiva, es, seguramente, porque confía en el crecimiento de largo plazo del índice al cual está expuesto, por lo que venderlos ante el surgimiento de una caída no sería una decisión inteligente, dado el elemento de ciclicidad del mercado, a su vez, lo más idóneo sería dejar intacto su portafolio de inversión o bien, promediarlo a la baja (aumentar si ya se hace).
II. El Dollar-Cost Averaging toma protagonismo en pro de los inversionistas durante los periodos correctivos y bajistas, pues, éste podría adquirir más títulos del instrumento en cuestión, reduciendo así el costo promedio y, en consecuencia, esperaría ver ganancias mayores al momento en el que el mercado cambie de dirección.
III. Considerando la volatilidad actual, sea cual sea su estilo de inversión y/o trading, si en estos instantes contase con reservas de capital líquidas, ocúpelas inteligentemente y no las destine por el simple hecho de hacerlo, por el contrario, según sean sus reglas y parámetros de entrada podría aguardar a comprar acciones a descuento, ya sea desde el punto de vista técnico o fundamental (en este enfoque particular, si usted siguió esperando un buen retorno cuando la acción subía, no habría razón para desconfiar de ella cuando ésta baje).
IV. Siguiendo la cronología de las estrategias, podría usar esa liquidez para apostar a la caída del mercado, ya sea mediante ventas en corto o exposición a Fondos Cotizados en Bolsa (ETFS, por sus siglas en inglés) de tipo inverso. De optar por esto, es importante que fije bien sus niveles objetivo, pues la fluctuación es más inestable en épocas de descensos que en las de expansión.
V. Las acciones value y defensivas juegan un papel clave en estos momentos, puntualmente, por su capacidad para resguardar capital y de aseguramiento de ingresos constantes, si es que las emisoras retribuyen dividendos.
VI. No pierda su tiempo determinando el momento en el que el mercado habrá de «tocar fondo», pruebe mejor ajustarse a su plan de inversión de forma paciente y disciplinada.
Y lo más importante, cuide su salud mental, evitando revisar su balance, ya que, sin importar su horizonte de inversión, el hacerlo, podría motivarle a tomar decisiones precipitadas, de las cuales podría arrepentirse.
El retorno positivo pasado dista de garantizar un retorno positivo futuro, pero, históricamente y pese a todas las adversidades, el mercado ha tendido a oscilar en un bull market (Gráfica 2).