A ver, ¿para mí cuál sería el mundo ideal? Pues aquél en el que, como hay crisis, me han despedido y no tengo dinero, pues se me perdone la deuda. Es decir, yo soy una persona castigada por la vida, no es que no quiera pagar, es que no puedo porque me han echado vilmente, siendo un buen trabajador, esforzándome, haciendo horas extra, cumpliendo con mi cometido más allá de la profesionalidad. Y no tengo dinero. No tengo opciones de trabajo, tengo familia, tengo hijos y tengo que devolver 500.000 euros al banco por una casa que compre por 300.000 y ahora sólo vale 200.000. ¿Y quien es el banco? Una entidad opaca e hipócrita, que se gasta millones en anuncios de familias Brady pero se agarra a sus deudores como lapas, gentuza que vende fondos de inversión sin explicarlos, que cobra comisiones por tarjetas de crédito que me contrata sin pedirlo, que me encasqueta tres seguros y un plan de pensiones o si no no me da la hipoteca, que me endilga una cláusula suelo, un swap por si suben unos tipos que sabían que era imposible que subieran, que no me explica que es la responsabilidad hipotecaria, que ha regalado el dinero especulando con suelo con el beneplácito de promotores y notarios, que cuando tiene problemas recibe fondos del Gobierno y luego no los reparte, que tiene beneficios históricos a pesar de la crisis, reparte dividendos, primas y variables.
¿En un mundo ideal qué es lo que debería pasar? Pues que se perdonara la deuda, que el ciudadano se quedara con la casa porque tiene un derecho constitucional a la vivienda digna, porque está en desigualdad de condiciones a la hora de pelear con el banco, porque no hay dolo ni mala fe, porque lo único que quería es un pisito para fundar una familia y seguir currando toda la vida, que no tiene la culpa de que los pisos estén por las nubes, que le llenaron la cabeza con cuotas mensuales y familias brady y que ha hecho lo mismo que el resto de la gente normal, hipotecarse porque es la única manera de fundar una vida.
¿Qué es lo fácil, lo que entra en la cabeza de todo el mundo, lo evidente, lo ¡por favor, cómo es posible! Pues que se joda el banco, qué más le da, pobre hombre. Es que ni siquiera deberíamos aceptar que se quedara con la casa como dación en pago, es que tendría que indemnizar al ciudadano con otros 300.000 euros por daños y perjuicios morales. Total, es evidente que el banco es el malo de la película y debe ser castigado.
Por eso estas sentencias sientan tan mal. Porque la situación es tan telenovelesca y tan evidentemente injusta y casi inmoral que todos nos ponemos en la piel de un justiciero y sabemos lo que haríamos nosotros.
Pero es que vivimos en un Estado democrático de derecho donde sólo manda el imperio de la Ley y, yo lo siento mucho, prefiero que el sistema funcione, sus bases sean sólidas y tenga un cimiento (ley) a la que agarrarme. Los buenos sentimientos, la bondad, los principios universales, el sentido del bien y del mal son para las películas y las telenovelas. El juez debe aplicar la ley. Y yo espero que la aplique.
Yo le dejaría la casa al pobre hombre, le condonaría la deuda, que se joda el banco, pero exijo al juez que cumpla con la ley, y con la escritura hipotecaria de paso. Porque no quiero depender del concepto de bondad y de justicia de nadie. Y menos de unos jueces politizados.
Así que si queremos que en caso de despido haya que darle un trabajo al parado, que en caso de impago haya que condonarle la deuda al moroso, en caso de hambre haya que darle de comer al hambriento y en caso de muerte haya que resucitar al muerto, pues legislemos (y de retroactividad nada). Porque tenemos derecho al trabajo, a la vivienda y a la vida. ¿No?