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Costos económicos de la inflación: costos de suelas de zapatos, de menú y de unidad de cuenta

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El repunte inflacionario que presenta la economía mundial en la actualidad, paradójicamente, contrasta con la muy baja inflación y con las medidas económicas implementadas por las naciones desarrolladas para catapultarla a niveles “saludables” durante la década pasada. 

Sobre todo, los Bancos Centrales (BC) en Estados Unidos y Europa desplegaron diversas acciones, entre ellas la expansión cuantitativa y la baja en sus tasas de interés de referencia a niveles históricos, con el fin de proveer de mayor liquidez a las economías y, con ello, fomentar la actividad económica y elevar la inflación. 

No obstante, transcurrieron muchos años para que sus tasas de inflación se ubicaran en el rango objetivo establecidos por los BCs.
 
Así pues, la inflación es “buena” o “saludable” o “positiva” cuando la variación porcentual anual en el índice de precios al consumidor[1], que contiene los bienes más representativos[2] de la economía, se halla dentro de las bandas y/o cerca de los objetivos impuestos por los BCs. En el caso de México, el Banco de México (BANXICO) ha colocado la meta en 3%, la banda inferior en 2% y la banda superior en 4%. Por tanto, debe procurar que los valores mensuales fluctúen dentro de estos parámetros.

En el plano real, una inflación situada en niveles establecidos por los BCs es sinónimo de bienestar en la economía, al mostrar una mejoría en la producción, en el consumo y en el empleo. Los BC de cada país establecen sus objetivos concernientes a la inflación, y para las naciones desarrolladas el común denominador es el 2%
 
En tal sentido, si estas variaciones, que son reportadas mensualmente, se mantienen dentro de estas fronteras durante varios periodos consecutivos, entonces se afirma que hay baja inflación y un entorno de estabilidad de precios en la economía.

Por ende, resulta más sencillo preservar el poder adquisitivo de los habitantes: el aumento de los salarios por parte de lo empleadores no compromete sus ganancias ni implican costos adicionales. Y obviamente, el consumo no se ve afectado en la medida que los ingresos de la población no se ven mermados y es posible continuar con la compra de su canasta de bienes y servicios. 

Contrario a esto, la evolución de la inflación fuera de los bordes preestablecidos, sobre todo en varios meses seguidos, es una advertencia de que la economía no está en buena forma.
 
En una economía de mercado, los precios no sólo fungen como un medio para facilitar el intercambio entre bienes/servicios y dinero, sino también como un mecanismo de señalización de todo aquello que ocurre tras bambalinas en la economía: un ejemplo claro es el alza en el precio de ciertas hortalizas, a raíz de un periodo de sequía que ocasionó una disminución en la oferta. En el caso de la inflación, el índice de precios al consumidor engloba a los precios de los productos más importantes en la economía, y presenta una alza o baja[3] generalizada al abarcar estos productos: se habla a un nivel de agregado económico y no a nivel particular. En consecuencia, el alza generalizada de los precios y fuera de los limites ya mencionados implica que hay factores o drivers que están afectando la oferta y/o la demanda agregada y, en su conjunto, la actividad económica.
 
Tomando en cuenta este escenario, las compañías encontrarían mayores dificultades para obtener ganancias, al incrementar los costos tanto de las materias primas, bienes intermedios y mano de obra. Asimismo, los consumidores padecerían las consecuencias de este fenómeno ya que el precio de su canasta de consumo aumentaría y, quizás, el aumento en su ingreso no sería suficiente para paliar sus efectos: el poder adquisitivo se vería reducido. Precisamente, la pandemia de COVID19 y el reciente conflicto bélico en Europa del Este han ocasionado que los precios de los bienes y servicios se hayan disparado en las economías más representativas a nivel mundial, desde 2021 a la fecha, y que sus tasas de inflación anuales se encuentren por encima de los objetivos de sus BCs. 
 
En este tenor, muchos especialistas concuerdan en una inflación actual que es impulsada por costos, cost-push inflation, donde la oferta agregada se ha visto afectada por problemas en la cadena de suministro, el abastecimiento y las prohibiciones económicas. Aparte de estos efectos adversos, una inflación muy por encima de los estándares “saludables”, especialmente la variación anual es de dos dígitos o más, conlleva a una triada de costos económicos por inflación que afectan las decisiones de los participantes en la economía. 
 
En primera instancia, el costo de suelas de zapatos, shoe-leather costs, implica que los individuos no tendrían incentivos para mantener dinero y depósitos ante la pérdida considerable de su poder adquisitivo y, por consiguiente, buscarían alternativas para reducir el impacto en sus recursos. Entonces, la expresión de suelas de zapatos alude, simbólicamente, a un aumento de idas a los bancos para movilizar los recursos disponibles en las cuentas bancarios. En términos económicos, la cantidad de dinero circulando en la economía crece ante una mayor solicitud de los individuos para disponer de sus recursos y canalizarlos a otros medios, y este fenómeno, a su vez, acarrea costos adicionales tanto para el sistema financiero, ya que se destinan mayores recursos tecnológicos y humanos para llevar a cabo las transacciones[4], así como para las economías, ya que un aumento considerable en la oferta monetaria puede generar presiones inflacionarias adicionales[5]
 
En términos financieros, este concepto se relaciona con el valor del dinero en el tiempo: los individuos preferirían, en mayor medida,[6] tener sus recursos monetarios en el presente, ante una mayor erosión de estos en el marco de un entorno inflacionario elevado. Con esto en mente, las personas no encontrarían el appeal en mantener dinero en sus cuentas y preferirían destinarlos a inversiones o compra de bienes para aminorar el impacto de la inflación. 
 
En segundo término, el costo de menú, menu costs, que engloba todos los costos en los que incurren las empresas para cambiar los precios de los artículos ofertados. El término menú, de manera simbólica, remite a la impresión de nuevos menús por parte de los restaurantes cada vez que se modifican los precios de los platillos. En teoría, las compañías se ven obligadas a cambiar con mayor frecuencia sus precios en tiempos de inflación elevada. Sin embargo, este fenómeno solamente se da cuando las presiones inflacionarias afectan en mayor medida a las ganancias en comparación con los costos por modificar los precios: a esto se le conoce como rigidez en los precios o price stickiness. En caso contrario, que los costos por cambiarlos sean mayores que las perdidas en las ganancias, entonces las compañías no tendrán incentivos para ajustar sus precios. Por tanto, los precios no se actualizan tanto en un entorno inflacionario estable, y viceversa. 
 
Otro punto para destacar es que los costos de menú afectan en mayor medida a los mercados físicos, ya que requiere de tiempo y personal para llevar a cabo el ajuste de precios en anaqueles y otros espacios, mientras que en los mercados virtuales estos costos son mínimos. Este tema es debate en los círculos económicos ya que resulta difícil establecer el precio de equilibrio entre oferta y demanda, y no hay la información más actualizada en materia de precios; asimismo, la rigidez en los precios puede amplificar los perjuicios en un contexto de inflación alta.  
 
Tercero, el costo de unidad de cuenta, unit-of-account costs, que consiste en la distorsión en la unidad de medida del dinero causada por una inflación persistente. Este costo ha perdido importancia en la economía de mercado, ya que los precios de las monedas fluctúan libremente, en comparación con otros regímenes cambiarios donde los valores de las divisas estaban ligadas al valor de oro/plata/dólar. Sin embargo, aún resulta relevante para el tema de impuestos que recauda el gobierno: supóngase que el valor de un activo, un terreno, por ejemplo, aumentó por la inflación; sin embargo, el gobierno considera que el activo obtuvo una ganancia y tendrá que pagar un impuesto por las ganancias: en realidad, no hubo tal beneficio, es una ganancia fantasma, y esto genera un costo para las inversiones. Por ello, el gobierno debe poner atención sobre el origen que propicia los cambios en el valor de los activos, para frenar estas distorsiones y costos incurridos.
 
A continuación, tres ejemplos para entender estos conceptos. Primero, la hiperinflación que se vivió en Alemania hace un siglo llevó a sus habitantes a gastar todos sus ingresos, que eran cobrados dos o tres veces al día, antes de que perdiera gran parte de su valor al transcurrir el día. También, el sistema bancario casi cuadruplicó para procesar las transacciones en ese tiempo y la masa monetaria aumentó, lo que llevó a mayores presiones inflacionarias. Este es un ejemplo muy extremo de costos de suelas de zapatos. Segundo, la alta inflación que azotó a Brasil en la década de los 90s obligó a los supermercados a cambiar sus precios constantemente: se afirma que los trabajadores ocupaban la mitad de su tiempo laboral en efectuar estas actividades. Esto es un caso de costos de menú. Por último, la inflación registrada en Estados Unidos durante la década de los 70s afectó a la recaudación tributaria, ya que muchas empresas y participantes en mercados financieros decidieron detener sus inversiones ante el cobro de impuestos por ganancias fantasmas. Esto representa un caso de costos de unidad de cuenta.
 
Para concluir, el costo de suelas de zapatos es el más latente en el contexto de la arquitectura económica mundial, mientras que los costos de menú y los costos de unidad de cuenta son menos relevantes en un mundo más digital y con libre flotación en los precios; sin embargo, las economías no están indemnes de estos dos últimos, especialmente cuando no se presta atención a ellos y no se toman medidas para mitigarlos. En este sentido, el entorno inflacionario elevado que se vive hoy en día debe tomarse como una advertencia para los gobiernos y BCs, ya que los costos económicos ya citados podrían presentarse tarde o temprano si la trayectoria de la inflación continua con su ascenso, y estos costos, inevitablemente, afectarán a todos los agentes económicos. Por citar un par de ejemplos, la inflación en la zona euro sigue batiendo records históricos, mientras que la cifra correspondiente a Estados Unidos devela un ambiente inflacionario no visto desde hace varias décadas. 
 
Referencias: 
 
https://fraser.stlouisfed.org/files/docs/publications/itv/ITV_1999_spring.pdf
https://www.businessinsider.com/personal-finance/shoe-leather-cost?r=MX&IR=T
https://www.investopedia.com/terms/m/menu-costs.asp
https://www.coursehero.com/study-guides/boundless-economics/defining-measuring-and-assessing-inflation/
https://www.studiodessuantbone.com/tips-and-tricks/is-menu-costs-a-cost-of-inflation/
https://economicskey.com/shoeleather-costs-6761
https://www.youtube.com/watch?v=TI9L4MLAboc

Notas a pie de página:

[1] Dato que se reporta de manera mensual, también conocida como interanual.
[2] En el contexto de México, la encuesta de gastos e ingresos de los hogares (ENIGH) sirve como parteaguas para conocer los productos que más consumen los mexicanos, y que son tomados en cuenta para la construcción del índice nacional de precios al consumidor (INPC).
[3] Una baja sostenida en el nivel de precios se le conoce como deflación, mientras el alza sostenida es la inflación.
[4] Véase costos de transacción para mayor detalle.
[5] Específicamente, los monetaristas señalan que la inflación se origina por un aumento desproporcionado entre la oferta monetaria y la demanda real, siendo un aumento mayor en el caso de la primera variable.
[6] Versus los tiempos en donde la inflación es baja y estable.

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