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Históricamente, la amplitud de la cobertura, medida por la incidencia del acceso a las finanzas rurales, ha sido en efecto baja. De hecho, la proporción de hogares rurales y de sus empresas, tanto agrícolas como no agrícolas, que han disfrutado de algún acceso a servicios financieros brindados por alguna institución, ya sea formal o semiformal, al igual que por algún otro tipo de institución no financiera o empresa comercial, ha sido bastante reducida. La calidad de los servicios financieros ofrecidos también ha sido limitada.

AJUSTES A CIRCUNSTANCIAS ECONÓMICAS

Aquellos servicios financieros que han estado disponibles en las zonas rurales han sido poco confiables, menos sostenibles y menos flexibles, en su habilidad para responder a demandas legítimas de clientes que buscan contratos con términos y condiciones que se ajusten a sus circunstancias, así como más costosos para todos los participantes (prestamistas, depositantes, prestatarios y otros) que los servicios ofrecidos en los mercados financieros urbanos en México y en mercados financieros rurales en países equivalentes.

El entendimiento de las razones que explican esta débil cobertura y los factores que están influyendo en el cierre de estas brechas serán elementos críticos en el diseño de las estrategias para vencerlas.

Por lo general, el segmento meta de las organizaciones financieras que buscan atender a los mercados populares son los hogares de escasos recursos que no tienen acceso a servicios financieros en otras entidades formales, como los bancos.

Las organizaciones de microfinanzas (OMF), tanto en México como a nivel internacional, han logrado introducir innovaciones y nuevos productos que les han permitido ofrecer servicios financieros, especialmente pero no solo crédito, a segmentos de la población que antes no eran atendidos por una institución formal. Gracias a estas  innovaciones, las OMF han ingresado a segmentos de mercado donde, en el mejor de los casos, la prestación de servicios financieros había estado en manos exclusivamente de organizaciones de forma cooperativa, con sus fortalezas y debilidades (Gómez-Soto y González Vega, 2006). En todo caso, brindarle este tipo de servicios a los hogares más pobres y más marginales de la sociedad es extremadamente difícil.

DESARROLLO DE PRODUCTOS POR LAS OMF, ACCESIBLES.

En la práctica, los clientes de las OMF y otras entidades de finanzas populares son, por lo regular, hogares con diferentes niveles de ingreso. Ciertas entidades logran desarrollar productos que, en algunos casos, son usados por los hogares más pobres, mientras que otras atienden a una clientela con un mayor nivel de ingresos.

Lo más común es que cada organización tenga clientes en diferentes partes del espectro de ingresos, pero que su base se concentra en personas con ingresos que logran cubrir al menos sus necesidades más básicas de alimentación y que tienen algún tipo de microempresa establecida.

Además, es importante reconocer, de inicio, que no todos los hogares en un segmento determinado de la población van a generar una demanda legítima de crédito, ya sea porque no tienen capacidad o voluntad de pago, porque no son unidades deficitarias (es decir, porque cuentan con suficientes recursos propios) o porque tienen aversión a los riesgos resultantes de una deuda.

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