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Al son de la explosión

Es bien sabido que todo lo que sube tiene que bajar, al tiempo que todo lo que baja tiene que subir.


No pretendiendo adelantarme de forma tan abrupta a la definición de «burbuja», considerando en primera instancia que hay algunos no las conciben (basándose en que la desviación que llegan a presentar los precios de los activos con respecto a su valor intrínseco es natural), y, que este fenómeno no puede determinarse sino hasta que ha sucedido, en los últimos 50 años, se han identificado aproximadamente 11 burbujas; siendo para muchos, el boom de las acciones relacionadas a la Inteligencia Artificial (AI, por sus siglas en inglés), como la onceava y más reciente (Gráfica 1).

Ahora bien, antes de indagar en las características de la formación de una burbuja, adentrémonos en forma a los preceptos teóricos.

Primeramente, es importante recalcar (nuevamente) que, históricamente, el concepto en sí mismo ha dado lugar a una serie de debates y opiniones divergentes. Por ejemplo, del mismo modo que, para algunos, el hecho de visualizar los cambios de los precios relativos de las frutas y verduras, lo idealizan (equivocadamente) como un fenómeno inflacionario, otros, al notar que la cotización de cierto activo se encuentra sobrevalorado; es decir, por encima de su valor intrínseco, en automático, lo califican como «burbujeado». Algunos más lo definen como una consecuencia inusitada y natural de los inversionistas ante los ciclos económicos. Así también hay quienes lo ven como el desenlace de un comportamiento de entusiasmo desmedido y generalizado (instinto de rebaño).


Independientemente de la conceptualización que se considere más afín, en cuanto a la formación y desenvolvimiento de una burbuja, el economista Hyman P. Minsky propone 5 etapas (Gráfica 2):

  • I. Desplazamiento: momento en el que los inversionistas (particularmente los privados), se «obsesionan» por un activo o por los efectos indirectos e inmediatos de determinada acción económica sobre un activo o el mercado (especulación).

  • II. Auge: conforme pasa el tiempo, el precio del activo va revalorizándose de forma sostenida, lo que incita a aquellos que se han mantenido al margen de participar.

  • III. Euforia: tanto los precios como las mismas valoraciones transitan hacia niveles sumamente altos, en parte, influenciadas, por «justificaciones» numéricas y futuristas.  

  • IV. Toma de utilidades: en la medida que la cotización va desciendo a razón del cierre de posiciones por parte de los inversionistas institucionales, la incertidumbre comienza a permear en la mente de los inversionistas privados, conllevándoles a replicar sus movimientos.

  • V. Pánico: a medida que el miedo se afianza, la oferta supera a la demanda, ocasionando el descenso del precio.

En resumen, el precio sube y baja por el ascensor.


Partiendo en la diversidad de visiones en torno a las burbujas, de forma resumida y concentrando las vertientes más importantes de cada una, revisemos desde un sentido simple y práctico algunas consideraciones clave (Tabla 1):

  • I. Se dice que cuán más se repita una mentira, terminará por convertirse en una verdad, lo mismo aplica con la causa raíz de estos eventos, una historia convincente mas no necesariamente real. Ejemplificando lo anterior un par de aseveraciones de los casos de los últimos 30 años que incluso, podría asegurar que aún siguen utilizándose; una, coloquialmente, pero la otra, peligrosamente, «el Internet lo cambia todo» y «los bienes raíces siempre se revalorizan». En la actualidad, si bien estamos presenciando cambios drásticos en muchas industrias, tales como la tecnológica, la automotriz y la financiera, específicamente, el ya mencionado boom de la AI, la puesta en marcha de los vehículos eléctricos (EV, por sus siglas en inglés) y las criptomonedas, respectivamente, bajo una perspectiva subjetiva, no podrían verse como disruptores, sino como resultado de un proceso evolutivo y continuo.

  • II. Durante el último año, los impulsores del S&P 500 han cambiado. Gran parte del avance que se ha venido registrando desde octubre de 2022 se explicó únicamente por el top 20 de su composición. Posteriormente, se documentó que solamente 7 acciones (las Siete Magníficas) lo hicieron. Recientemente, tomando en consideración los primeros 3 meses del año, aproximadamente el 70% del índice ganó terreno. En términos de ponderación, ya no existe una concentración, lo cual, ciertamente es positivo. No obstante lo anterior, es un hecho que coexisten acciones de subsectores e industrias (mencionadas en el punto anterior), cuyo precio podría estar inflado. Finalmente, analizando el valor más reciente de la relación precio/utilidad (PER, por sus siglas en inglés) del S&P 500, lo encontramos en 27.81x, por debajo de los niveles prepandemia, en tanto, el promedio sectorial está en 22.21x.

  • III. La integración de nuevos participantes en el mercado, y, con ello, la aparición de «nuevos expertos» autonombrados por aprovechar puntos de quiebre o empujes especulativos es una señal inequívoca, sino del pronto quebranto de la burbuja, de la profundización de la entrada de «dinero tonto» a diferentes activos. En las últimas semanas ha sido notoria la reavivación del interés en lascriptomonedas y el mercado bursátil, principalmente, en compañías especializadas en semiconductores y soluciones de AI, hechos que no podrían pasar desapercibidos.

Por último, ¿qué hacer cuando se está desarrollando una burbuja?

Simplemente, ignorarla, y, por consiguiente, mantenerse fuera observando y aprendiendo.

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