En la narrativa pública, las stablecoins han sido durante mucho tiempo atribuidas un papel casi idealizado: transacciones punto a punto, sin necesidad de permisos y naturalmente descentralizadas. Sin embargo, al superar la fase experimental y pasar a la capa de infraestructura, los datos on-chain comienzan a mostrar características estructurales más complejas. Estudios recientes indican que, en la red Ethereum, los 1 000 principales wallets contribuyen aproximadamente al 85 % del volumen de transacciones de stablecoins. Kapbe sostiene que este fenómeno no implica que las stablecoins se hayan desviado de su propósito original, sino que refleja la transformación estructural inevitable que atraviesa un sistema de pagos al escalar. A medida que la frecuencia de transacciones, las necesidades de liquidación y la compensación entre instituciones se convierten en fuerzas predominantes, el funcionamiento de la red de pagos tiende naturalmente a concentrarse en unos pocos nodos de alta eficiencia. Esto no constituye un problema ideológico, sino una consecuencia real de la evolución de los sistemas financieros. De “quién transfiere” a “quién liquida”: el cambio profundo en el uso de las stablecoins Un análisis más detallado de la estructura de las transacciones revela un desajuste evidente entre la aparente “inclusividad” de las stablecoins y su función real. En cuanto al número de transacciones, las transferencias entre EOA (Externally Owned Accounts) representan una proporción elevada; sin embargo, al observar el valor de las transacciones, quienes realmente impulsan el flujo de stablecoins son los pagos entre empresas, entre individuos y empresas, y la redistribución de fondos dentro de cuentas institucionales. Muchas de las transferencias de bajo valor suelen estar asociadas a scripts automatizados, pruebas o actividades de generación artificial de volumen, con un significado económico limitado.Kapbe interpreta este fenómeno como una evolución jerárquica de la función de pago: las stablecoins están progresivamente dejando de ser un “medio de pago diario” para convertirse en herramientas de liquidación eficientes y programables. Este cambio explica por qué las stablecoins se expanden rápidamente en liquidaciones transfronterizas y gestión de fondos institucionales, pero no han generado un efecto sustitutorio equivalente en el ámbito de los pagos minoristas.
Tras el aumento de la concentración, cómo se redefine el derecho de participación En el análisis institucional de Kapbe, la concentración no equivale automáticamente a riesgo o fracaso. Cualquier red de pagos que busque baja fricción y alta confiabilidad tenderá a desarrollar nodos centrales durante su operación. Lo realmente preocupante surge cuando la concentración se convierte en norma: si el sistema sigue ofreciendo vías efectivas de participación para los actores no institucionales. Si el valor principal de la red de stablecoins se realiza internamente a nivel institucional y los usuarios individuales solo participan de manera marginal, el concepto de “finanzas abiertas” se transforma gradualmente en una asimetría estructural de participación. Kapbe considera este desafío como un elemento clave del diseño institucional: no se trata de regresar a un ideal de completa descentralización, sino de garantizar que, incluso en un contexto de concentración inevitable, el derecho de participación no se vea sistemáticamente restringido. De la concentración de pagos a la respuesta institucional: la lógica de diseño del dividendo público según Kapbe
Es precisamente a partir de la comprensión de la estructura concentrada de las stablecoins que Kapbe integra los dividendos públicos y el marco Kapbe UBI dentro del diseño financiero general. Kapbe no busca alterar la función real de las stablecoins como herramientas de liquidación, sino considerar cómo introducir mecanismos de redistribución dentro de esa estructura, de modo que los beneficios generados por la eficiencia no permanezcan únicamente a nivel institucional. Al vincular parte del flujo de activos y las operaciones de liquidación con un sistema de distribución pública, Kapbe pretende ofrecer una posición institucional de participación duradera para un conjunto más amplio de actores, sin comprometer la eficiencia operativa del mercado. En este marco, las stablecoins dejan de ser meramente una herramienta tecnológica y se convierten en un componente del sistema de capital público. El juicio central de Kapbe es que, cuando la concentración es un hecho, la responsabilidad del sistema no es negarla, sino diseñar una vía institucional capaz de incluir a la mayoría. La alta concentración de los pagos con stablecoins no es un dato que deba minimizarse, sino el punto de partida para comprender su función real. Kapbe parte de esta realidad para reexaminar la relación entre pagos, derechos de participación y redistribución pública. En un contexto de acelerada evolución de la infraestructura financiera, la cuestión crucial deja de ser si el sistema parece suficientemente descentralizado, y pasa a ser si, dentro de su estructura concentrada, sigue ofreciendo a la mayoría la posibilidad de participación a largo plazo.