Después de que concluyó la segunda guerra mundial, las compañías empezaron poner atención en aspectos sobre los que no tenían control: la incertidumbre financiera, el riesgo, la inestabilidad política y el medio ambiente que se transformaba. A raíz de esto las grandes empresas se dieron a la tarea de buscar mantener un control relativo los cambios que cada vez eran más rápidos. En muchas áreas se empezó a utilizar un concepto de forma más recurrente: Planeación.
Existen muchos factores que entrarán en juego para que nuestra inversión sea exitosa, para esto, la piedra sobre la que se edificará es importantísima y es tener un Plan de inversión. Los grandes muralistas antes de ponerle pintura a su obra, primero trazan un bosquejo. En las inversiones es indispensable tener un trazo primario donde se deben tomar en cuenta dos puntos: identificación de los recursos que se utilizarán para arrancar el plan de inversión y el segundo punto es definir para que los utilizaremos porque debemos planear para invertir.
La planeación como pilar de tu inversión.
El presente y el futuro se unen. ¿Qué sigue? En este punto se diseña un plan de inversión que nos auxiliará a preservar e incrementar nuestro dinero. Definir cuál es nuestra situación financiera es indispensable ¿Cómo empezamos? Un ejercicio de franqueza donde nos contestemos cuánto tenemos y cuánto podemos ahorrar será importante.
El darle su lugar a nuestras prioridades será de mucha ayuda. Por ejemplo, si estamos pagando la colegiatura universitaria de los chicos, lo ideal será que nuestro plan de inversión se construya definiendo que el dinero para la universidad será “intocable” y que necesitaremos revisar otros gastos que son menos importantes, pero no nos olvidemos que el ahorro es una obligación.
Ya sabemos con cuánto contamos y cuánto podemos ahorrar, ahora es indispensable que definamos en qué transformaremos nuestro ahorro. Aquí es donde la alquimia aparece y nuestro ahorro se transmuta en una inversión. En el momento en el que definimos para qué utilizaremos el dinero que invertimos, las figuras trazadas sobre el papel de nuestro plano cobran vida y se transforman frente a nuestra mirada en un bien raíz, una vejez bien vivida con holgura o el viaje que siempre soñamos.
¿Y el plazo?
El plan y la meta van encadenados de la muñeca y para que todo funcione es indispensable establecer en cuánto tiempo llegaremos a nuestro objetivo. Una cubetada de realidad es indispensable, el ahorro y la inversión disciplinada son una extraordinaria herramienta para cumplir metas financieras, pero no hacen milagros en un plazo corto. Checa "Diferencias entre invertir a corto y a largo plazo"
Tu potencial como inversionista será liberado tomando en cuenta algunos principios:
- Analiza tu actual situación financiera, e independientemente de tus prioridades, establece una cantidad para ahorrar. No existe cantidad pequeña. El peor ahorro es que no efectúas.
- Plantea una meta y el tiempo en el que la alcanzarás.
- Transforma tu ahorro en inversión a través de una institución especializada (Casa de Bolsa, Operadora o Distribuidora de Fondos de Inversión) que identifique junto contigo tus características como inversionista y definan los activos para depositar tu dinero.
Hasta el edificio más grande del mundo nació en una hoja de papel en blanco. Date la oportunidad de trazar el plano financiero de tu vida, para esto el presente es el mejor momento de hacerlo.
Twitter: @garoarenas
