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La dupla perfecta

La pandemia del COVID-19, sin lugar a duda, nos ha dejado innumerables lecciones, permitiéndome el atrevimiento de asegurar que de ninguna otra manera habríamos podido abrir tanto los ojos tal como lo hemos hecho durante este último año y medio.

Aprendizajes como: procurarnos mucho más física y mentalmente; dedicarles tiempo a aquellas cosas que verdaderamente nos hacen sentirnos felices y plenos, o bien, contar con una mayor estabilidad financiera, entre otros tantos. 

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2018, realizada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) en conjunto con la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), se estima que 37.3 millones de personas de 18 a 70 años (47%) son tarjetahabientes, pero sólo el 36.19% tienen una cuenta de ahorro. Ahora, hablando de inversión, datos de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (CONDUSEF), revelan que de cada 10 mil personas que forman parte de la Población Económicamente Activa (PEA) solamente 35 invierten de manera directa en la Bolsa. En conclusión, no somos un país de ahorradores formales y distamos de ser uno de inversionistas; sin embargo, llegó la hora de redefinir el rumbo.

No podemos hablar de estabilidad financiera si no ponemos sobre la mesa el ahorro y la inversión. El ahorro por sí solo es insuficiente, pero al mismo tiempo, la inversión no coexiste sin éste, ¿por qué? Le explico:

  • En primer lugar, no podemos poner nuestro dinero a trabajar sin antes haber trabajado para él, ¿cómo? Ahorrando
  • El ahorro, la mayoría de las veces, tiene una visión de corto plazo, dada la facilidad de acceso que tiene. La inversión, por naturaleza, nos centra hacia un horizonte de mediano y largo plazo, permitiéndonos formular metas más ambiciosas y, por ende, más valiosas. 
  • Cuando ahorramos estamos dejando prácticamente intacta una parte de nuestros ingresos, pensando en utilizarla en el futuro; no obstante, indirectamente nos estamos viendo afectados por un enemigo invisible, la inflación, de manera que nuestro dinero va perdiendo valor conforme pasa el tiempo. Por el contrario, cuando realizamos inversiones correctas, nuestro dinero está en movimiento, lo cual contrarresta los efectos inflacionarios a través del tiempo


Estos puntos entre muchos más dejan en evidencia que el ahorro y la inversión deben complementarse de manera inteligente, mediante la correcta colocación de nuestros recursos en instrumentos financieros acordes a nuestro perfil, cuestión que hablaremos en otro espacio, lo cual nos permitirá tener un mayor alcance de nuestros objetivos; concretar con menos recursos nuestras metas financieras, y, sentir mayor claridad y tranquilidad acerca del futuro.

Recuerde aquel proverbio chino que dice, 《El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años. El segundo mejor momento es ahora》. 
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