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¿Genialidad o inteligencia?

Albert Einstein, físico prodigio, quien presentara la teoría de la relatividad hacia principios del siglo XX, hiciera numerosas contribuciones a la física teórica y, además, acuñara al interés compuesto como la octava maravilla del mundo, tuvo el infortunio de ver cómo una parte de su dinero del Premio Nobel de Física fue pulverizada por el mercado durante aquel «jueves negro» de 1929. A esto, ¿cómo es posible que una persona con un cociente intelectual de entre 160 y 180 puntos perdiese dinero invirtiendo en la Bolsa de Valores?  

Es claro que la naciente crisis económica, las limitantes naturales de la inversión (tecnológicas) y quizá, su poca sapiencia del campo financiero, fueron los factores principales que le hicieron perder su capital inicial, pero ¿qué fue de su inteligencia? Si bien un inversionista exitoso debe ser inteligente, no es el único factor, hay uno en especial que se resume en cuatro puntos.


El primero de ellos, la comprensión del contexto. La información histórica es una de las herramientas elementales que debe formar parte del proceso de análisis de cualquier inversionista al elegir un activo, por tres razones principales: conocer su retorno promedio anual, comparar su valoración a lo largo del tiempo y comprender sus periodos de auge y caída.

De acuerdo con la información histórica disponible, sabemos que el S&P 500 desde el 1 de enero de 1927 al 3 de junio de 2022, ha pagado un retorno promedio anual del orden de 7.75%. A la vez que en 29 de 94 años (exceptuando 2022) registró un retorno negativo, de -14.69% en promedio, que en 63 años pagó un retorno positivo promedio de 18.68%, y, que en 2 años se mantuvo sin cambios (Gráfica 1).


La relación precio/utilidad (PER, por sus siglas en inglés) es una de las métricas fundamentales más importantes para evaluar qué tan sobrevalorado o subvalorado está un activo con respecto a sus pares, a un indicador de referencia o hacia sí mismo; en este último, visualizando cómo ha evolucionado su valor a través del tiempo.

Los registros históricos develan que, en los últimos 95 años, el Índice S&P 500 ha fluctuado desde un mínimo de 5.9x en junio de 1949 y un máximo de 122.41x en junio de 2009, registrando un PER promedio de 17.48x (Gráfica 2). A mayo de 2022, el PER se situó en 20.84x; es decir, por encima del promedio, por lo que, en una primera revisión, podríamos decir que el mercado está sobrevalorado en estos momentos, pero ciertamente continúa muy alejado de los niveles registrados en la crisis inmobiliaria, la crisis puntocom o la crisis del COVID-19, cuando se ubicó en niveles adyacentes a las 120x, 40x y 30x, respectivamente.


Por otro lado, la misma información histórica nos muestra que, la corrección acumulada al 3 de junio de 2022 del orden de 14.34%, sigue siendo una tendencia menor de un mercado alcista que inició en 2009, estando soportada por la tendencia primaria y la tendencia secundaria (Gráfica 3).


El segundo punto alude al tiempo, refiriéndome específicamente a la tendencia secular del mercado. Si usted es un seguidor ávido del mercado, se ha percatado que los mercados alcistas y los mercados bajistas respetan una sincronía particular desde la crisis de 1929, sucediendo cada 30 y 20 años, a correspondencia (Gráfica 4).  

Al momento en que lee este artículo, el S&P 500 prosigue en la fase de un mercado alcista secular, acumulando un retorno de 290% al cierre de mayo.


El tercero corresponde a la inteligencia emocional. Resumiré este punto con la siguiente frase de Peter Lynch:

«Sólo porque la acción suba no piense que tiene la razón. Sólo porque la acción baje no piense que está equivocado».

Recuerde que la Bolsa es una montaña rusa (Gráfica 5).

Y, finalmente, el factor suerte, que, por extraño que parezca, también aplica en la inversión, ¿cómo? Si bien es una variable que dista de nuestro control, tener una estrategia y una meta en sintonía permitirán aprovecharla cuando ésta se haga presente. Un ejemplo es cuando se capitaliza una plusvalía no planeada, misma que podría utilizarse para robustecer alguna posición o cumplir un objetivo financiero de corto plazo.

Respondamos la pregunta inicial, ¿qué necesita el inversionista para tener éxito? Difícilmente, la genialidad. En cuanto a la inteligencia, reitero que no con una sugerencia que Warren Buffet le haría a usted: venda puntos de su cociente intelectual a alguien más. ¿Entonces, qué es? La observación.

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