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Encuentre las diferencias

No, no es su impresión, en efecto, el tamaño de diversos productos ha estado reduciéndose en los últimos meses, desde productos perecederos hasta comida callejera. Este incomodísimo fenómeno al que nos estamos enfrentando los consumidores recibe el nombre de “shrinkflation” o «reduflación» en nuestro idioma. ¿La razón de su aparición? Una consecuencia más del incontrolable e incesante proceso inflacionario.

El término «reduflación» se compone por los sustantivos «reducción» e «inflación», de forma similar que el anglicismo “shrinkflation”, partiendo de “shrink” e “inflation”. La palabra «reducción» hace alusión a la reducción del tamaño o la cantidad del producto, mientras que «inflación» enfatiza en el incremento de su precio.


Entonces, la reduflación es cuando el volumen de un determinado producto disminuye mientras que su precio de venta sigue siendo el mismo, significando que el precio por unidad de peso ha incrementado; es decir, se ha inflado (Figura 1).

¿Cuáles son sus causas? Destacan dos:

  • Mayores costos de producción: el empuje al alza de la inflación del productor es su principal causante, debido a que el aumento del costo de ventas mengua el margen bruto.

  • Surgimiento de nuevos competidores: ante la entrada de nuevos participantes en la industria, las empresas buscan mantener su cuota de mercado, conllevándolas a recurrir en la implementación de diversas estrategias para mantener sus precios competitivos.

Revisemos algunos ejemplos acontecidos en el último año.


Si bien cualquier compañía podría incurrir a la reduflación, aquellas que pertenecen al subramo de producción y comercialización de alimentos o que ofertan productos elásticos, se posicionan como sus principales precursoras (Tabla 1).

Es importante mencionar que la reduflación, más allá de sus causas, desde el punto de vista empresarial, es meramente una técnica comercial, pues los productores idealizan que, al cambiar sutilmente el tamaño de la mercancía, los consumidores no percibirán con facilidad la diferencia.

No obstante lo anterior, desde el punto de vista del consumidor y estadístico, es una práctica, que, si no se implementa de forma transparente, desemboca en diversos agravios, en el sentimiento del consumidor y la medición de la inflación, respectivamente.

Ahora bien, ¿cómo evitar caer en la trampa de la reduflación?

Hablemos primeramente del consumidor. Al momento de hacer sus compras sea exigente, quisquilloso y analítico, comparando los precios por unidad de diferentes productos (evite fidelizarse con una marca); lleve un registro histórico de los precios netos de los productos que compra, lo cual le permitirá notar algún cambio de precio y/o en su caso del volumen a través del tiempo, y, verifique las cantidades en las etiquetas.

Si usted, además de ser consumidor, es empresario, es un hecho que la situación actual, como cualquier otra, lo «obliga» a salvaguardar sus intereses monetarios; sin embargo, el deber ser al momento de aplicar una estrategia de precios podría ser cualquiera de los siguientes:

  • Aumentar los precios, haciéndolo saber a sus clientes, o

  • Achicar las dimensiones de los paquetes, notificándoselo a sus clientes.

Recuerde que el común denominador es la honestidad.

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