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Las últimas primeras treinta y nueve semanas de 2022 trajeron consigo un sinnúmero de vivencias positivas, pero también un sinfín de acontecimientos infortunados que, de una u otra manera, marcaron un parteaguas no sólo en la historia moderna de la humanidad, sino también en la historia moderna del mercado de valores.  

La semana pasada, la última del 3T22, en línea y con la misma tónica, se presentaron una serie de sucesos que, para bien o para mal y como ninguno de los más recientes, cimentan el camino que el mercado habrá de recorrer durante los restantes tres meses del año y, tal vez, un poco más. ¿De qué se trata? Analicemos la siguiente triada.


En la reunión de política monetaria del 29 de septiembre, la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico), por onceava ocasión consecutiva incrementó la tasa de interés, situándola en 9.25%.

Si bien la decisión estuvo en línea con el consenso del mercado, es la primera ocasión que por tercera vez al hilo la magnitud del alza es de 75 puntos base, aunado a que, desde que se definió a la tasa de interés interbancaria a un día como objetivo operacional en enero de 2008, nunca se había posicionado en 9.25% (Gráfica 1).  

Lo anterior es una muestra clara de cuán compleja se ha estado tornando la espiral inflacionaria por la cual se encuentra atravesando nuestro país, que a pesar de ser uno de los primeros lugares donde se inició el proceso de normalización monetaria, no sólo la inflación general está en máximos de hace dos décadas, 8.76% (al corte de la primera quincena de septiembre), sino que también las expectativas de inflación nuevamente fueron revisadas al alza, previendo que ésta converja hacia la meta de 3 por ciento +/- un punto porcentual hasta el 3T24; es decir, dos trimestres más tarde que lo pronosticado la decisión anterior.


Desde su fundación en enero de 1999, la Unión Europea (UE) no había registrado niveles inflacionarios de doble dígito; ubicándose en 10% A/A, en el noveno mes de 2022 (Gráfica 2).

El principal impulsor de la escalada de precios en los 19 países que conforman dicha unión monetaria es la escasez de gas natural, el cual, desde finales de febrero pasado, ha sido limitado intencionalmente por los rusos como represalia contra Occidente por el conjunto de sanciones que les fueron implementadas tras su decisión de invadir Ucrania.

Así, en las últimas semanas, los precios más altos del gas natural se han traducido en tarifas más altas de la electricidad y la calefacción, lo que, en consecuencia, ha ralentizado la actividad económica, y, en el peor de los casos, terminará por desencadenar una recesión.


El que pintaba a ser el trimestre de la revitalización del S&P 500 luego de dos trimestres consecutivos de descensos, terminó convirtiéndose en un trimestre más de este «interminable» mercado bajista, cerrando el último día de negociación con un nuevo mínimo del año, en los 3,585.62 puntos (Gráfica 3).

Si bien lo anterior es una señal genuina de compras de oportunidad, no olvidemos que en unos pocos días las compañías publicarán sus reportes financieros correspondientes al tercer cuarto del año, de los cuales, el consenso de analistas no está augurando lo mejor, pues a razón de la disminución del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos de América registrada el 1S22, se redujeron las estimaciones de la Utilidad por Acción (UPA) para las empresas del S&P 500, desde US$ 59.44 a US$ 55.51.

¡Vaya que se nos avecina un invierno muy frío!

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