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Los remanentes del Banco de México ¿Qué tan sensata es esta práctica?

Por: Ernesto O´Farrill Santoscoy / Presidente de Bursamétrica

 

Durante los últimos años, las finanzas públicas han tenido un salvavidas: Los remanentes del Banco de México, que cada mes de abril se entregan a la Secretaría de Hacienda. El artículo analiza que tan sana es esta práctica. La conclusión, se la anticipamos: Los remanentes son magia pura muy a la mexicana.

 

Seguramente cuando usted, querido lector, vea este texto, ya se habrá anunciado la transferencia de recursos del Banco de México a Hacienda, por los remanentes de operación del Banco de México del año pasado. Déjeme empezar diciéndole que pocas cosas son tan primitivas en nuestra era como la contabilidad de las economías y la contabilidad de las entidades gubernamentales. El ser humano es capaz de mandar sondas a explorar los satélites de Júpiter y de Saturno, pero en la contabilidad económicas andamos en la edad de las cavernas.

 

Para la contabilidad de las Cuentas Nacionales, como ejemplo, el gasto de inversión que hace el Estado en una planta de generación de electricidad, da un mayor déficit fiscal, como si ese gasto fuera para pagar celulares a la burocracia. En una empresa privada, el gasto de inversión no pasa por resultados, sino que se va al activo fijo, y en los siguientes ejercicios se va depreciando gradualmente conforme al uso y a la vida útil de ese activo.

 

En la contabilidad de las entidades gubernamentales también encontramos algunas definiciones y políticas contables de Ripley. Una de esas prácticas primitivas es la cuestión de los remanentes de operación del Banco de México


 
De acuerdo al artículo 55 de la Ley del Banco de México, a más tardar en abril de cada año, el Banco de México debe transferir a la SHCP el remanente de operación que el banco central haya generado en el ejercicio anterior. El componente más importante de este remanente es la plusvalía que se genera en el saldo de las reservas internacionales por la devaluación del peso. Y de acuerdo a esta Ley, esa utilidad no realizada se reparte como si fuera un dividendo en efectivo al accionista del Banco que es el Gobierno Federal. Lo que es totalmente contrario a los principios generalmente aceptados de contabilidad internacionales de siempre. 

 

En estos últimos años, una vez que la FED terminó sus programas cuantitativos, en octubre del 2014, y otros bancos centrales están creando desde meses antes, medios de pago como nunca antes en la historia, debilitando sus monedas, hemos visto una tendencia del dólar a fortalecerse contra todas las monedas. Esto ha generado que en los últimos tres ejercicios se produzcan plusvalías crecientes en pesos de nuestras Reservas Internacionales en el Banco Central, a pesar de que el saldo de las Reservas Internacionales en dólares ha estado bajando. 

 

En los últimos meses del año pasado, el peso mexicano se debilitó más que el resto de las monedas ante el triunfo del Presidente Trump y sus promesas de campaña contra México. Con este efecto, el tamaño de la plusvalía de las Reservas Internacionales debe haber sido enorme, para el ejercicio 2016.  

 

En las últimas semanas, ya en este ejercicio, hemos visto lo contrario, el dólar se ha debilitado contra todas las monedas, y el peso mexicano se ha apreciado más que otras divisas. Las declaraciones más amigables de los funcionarios del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, la implementación del exitoso programa de coberturas cambiarias y el alza de la tasa de referencia del Banco de México, muy por arriba de lo que la FED ya ha incrementado su tasa de Fondos Federales, han propiciado este fenómeno de apreciación del superpeso. Pero a pesar de que en el primer trimestre de este año, el “remanente de operación” debe de ser una pérdida o minusvalía, nos vamos a repartir en este mes de abril la plusvalía del 2016. 

 

A iniciativa del Lic. Enrique Peña Nieto, Presidente de la República, en 2015 el H. Congreso de la Unión aprobó una reforma a la LFPRH en la cual se establece un destino específico para el referido remanente que asegura un “uso responsable” del mismo:

  1. Al menos el setenta por ciento debe destinarse a la amortización de la deuda pública del Gobierno Federal contratada en ejercicios fiscales anteriores o a la reducción del monto de financiamiento necesario para cubrir el déficit presupuestario que, en su caso, haya sido aprobado para el ejercicio fiscal en que se entere el remanente, o bien, una combinación de ambos conceptos, y
  2. El monto restante, debe usarse para fortalecer el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios o al incremento de activos que también mejoren la posición financiera del Gobierno Federal.

 

La LFPRH establece que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) deberá dar a conocer la aplicación específica de los recursos del remanente de operación que, en su caso, hubiese recibido de Banxico, así como la reducción que ésta hubiere generado en el SHRFSP, en el último informe trimestral del ejercicio fiscal de que se trate.

 

Si se analiza, esto es una joya de la política económica muy a la mexicana. Con el pago de la transferencia de una utilidad no realizada del Banco Central a la Secretaría de Hacienda, lo que no es otra cosa que creación de dinero inflacionario, nos damos el lujo de bajar la deuda pública en pesos, en un 70%, y el 30% restante si nos lo podemos gastar, siempre y cuando se informe en que se aplica. No vayan a pensar los demás que somos unos irresponsables, y que nos gastamos toda la plusvalía de las Reservas en gasto corriente, con dinero que proviene de la devaluación del peso y de un asiento contable en el Banco Central. Todo esto, basado en un criterio cuestionable. El Banco Central no es una Institución de lucro. Así que sus “utilidades” ya sean realizadas o no realizadas, se tienen que ir a Hacienda.

 

En 2014 el Banco de México informó que generó un remanente de operación equivalente a $31.45 mil millones de pesos, mismo que fue entregado a la Secretaría de Hacienda en su totalidad en abril del 2015. Cabe mencionar que la plusvalía de las Reservas Internacionales, debe de haber sido superior a los $300 mil millones en ese año. 

 

En el 2015, El Banco de México generó un remanente total de $378.2 mil millones de pesos, de los cuales el Banco reservó un total de $139 mil millones, entregando a Hacienda $239 mil millones en 2016. La plusvalía de las Reservas debe de haber superado los $400 mil millones de acuerdo a nuestros cálculos. Lo reservado por Banxico es para prevenir minusvalías en las Reservas por revaluaciones futuras del peso.

 

Para el 2016, es posible que el remanente bruto, antes de reservas supere los $600 mil millones de pesos. Considerando que el Banco de México pudiera reservar entre el 30 al 40% de esa plusvalía, el remanente que podría transferirse sería entre $375 mil millones y $438 mil millones de pesos.  De este importe, el 70% restante serviría para pagar deuda pública: Entre $262.5 mm y $307 mm. El resto podría utilizarse para financiar déficit fiscal o fortalecer a Pemex y CFE. Compare estos cálculos con la información real. 

 

Habría que preguntarse, si el tipo de cambio cerrara este ejercicio en $18 pesos o menos, se tendría como consecuencia una minusvalía en las Reservas al expresarlas en pesos, en el balance del Banco de México. Se tendría una pérdida no realizada. Lo que sucedió hace algunos años. En este caso, la Secretaría de Hacienda le tendría que inyectar capital al Banco de México, si las minusvalías superaran lo ya reservado. ¿O No?

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