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A quien no le hayan dicho que la mejor forma de invertir en Bolsa es bajo un horizonte de largo plazo careció de un buen profesor o instructor.


Y es que la historia nos muestra que, a pesar de los vaivenes naturales del mercado, éste siempre tenderá al alza. Basta con observar cómo se ha desempeñado el S&P 500 desde hace casi un siglo, el cual ha registrado un retorno real acumulado de 1,264.79% (Gráfica 1).

No obstante lo anterior, esta «regla» o «premisa», desde un punto de vista subjetivo, debería tener «letras pequeñas», pues nunca debe generalizarse hacia ningún mercado y/o activo financiero o no financiero y mucho menos a un perfil de inversionista.

A continuación, una serie de ejemplos.


Entre las estrategias más populares de la inversión patrimonial o al momento de participar en el mercado de capitales de un determinado país destaca la gestión pasiva, principalmente por el dogma (equívoco, por supuesto) respecto a que las Bolsas tenderán a subir a través del tiempo y la eficiencia operativa que se obtiene a través de la adquisición de Fondos Cotizados en Bolsa (ETFS, por sus siglas en inglés) o fondos indexados, logrando tener acceso a las acciones de las empresas más representativas del mercado con tan sólo un instrumento.  

Pasando al caso práctico, si usted hubiera invertido US$ 10K el 12 de enero de 2012 en el EMM, uno de los ETFS que mejor indexa a los mercados emergentes (línea roja), y US$ 10K en el URTH, uno de los ETFS con mejor indexación en los mercados desarrollados (línea verde), al 20 de octubre de 2023, tendría una minusvalía de US$ 731.31 (-7.21%) en el primero, y, una plusvalía de US$ 13.3K (113.90%) en el segundo (Gráfica 2).


Hablando de las materias primas, si bien las más representativas han registrado avances de doble y triple dígito, como el algodón (21.59%), el gas natural (28.38%), el cobre (390.92%), el petróleo crudo (510.82%) y el oro (577.82%), al 20 de octubre de 2023, ninguno ha logrado registrar nuevos máximos históricos, siendo el gas natural, el algodón y el petróleo crudo los que registran el gap más amplio y más alejado, -79.02% desde septiembre de 2005; -58.85% desde marzo de 2011, y, -37.09% desde junio de 2008, respectivamente (Gráfica 3).


Enfoquémonos ahora en el perfil de inversionista, basándonos en los ciclos generacionales del S&P 500.

Cuando se analiza la tendencia de largo plazo del S&P 500, nos percatamos que, desde 1929, ha registrado dos periodos alcistas, con un ciclo subyacente de entre 16 a 18 años, resultando en retornos de aproximadamente 2,300% cada uno (Gráfica 4).

Quizá la siguiente aseveración le resulta obvia, pero no es lo mismo administrar el capital de una persona de 25 años que una de 50 años. Dicho lo cual, si nos respaldáramos únicamente de la historia y siguiéramos la misma lógica, es probable que los próximos 6 años representen la última exposición a instrumentos de renta variable americanos para el segundo grupo de edad, tratándose entonces de una inversión de mediano plazo.

Concluyendo, el tiempo es uno de nuestros mejores aliados en el proceso de inversión, pero debemos calibrarlo acorde a nuestra edad, expectativas, al ciclo de mercado y sobre todo a los instrumentos en los que estamos colocando nuestro dinero, y más aún si tomamos en cuenta que en los últimos 50 años, la tenencia de acciones ha pasado de 5 años y 3 meses a tan sólo medio año.

¿Permitiremos que el tiempo nos dé la razón o preferiremos nosotros dársela?

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