México se enfrenta ante un panorama pesimista debido a que el lazo económico con Estados Unidos ha sido casi cortado, nuestro cliente favorito ya no quiere comprar con nosotros, y por las calles se escucha con voz baja una solución de muchas a este problema: consumiendo producto nacional y dejando de lado a las empresas extrajeras. Más allá del comportamiento consumista malinchista de gran parte de la población que habría que cambiar para consumir lo producido en México, la forma y características en que están organizados los grupos de empresas en México impiden esta propuesta, puesto que, el esfuerzo de personas y empresas para incrementar sus ventas al brindar más opciones de productos y servicios de mayor calidad, no es suficiente para competir contra la tecnología de las empresas extrajeras; esto se debe a que la organización industrial se realiza de forma plagiadora al tener un sistema basado en empresas transnacionales, que en su mayoría pertenecen a Estados Unidos, y la concentración del capital que se deriva en tecnología se inclina hacia ellos (Hunger, 2001).
La concentración es el clásico niño que se avienta de panzazo a la piñata cubriendo todos los dulces, quedándose con la mayoría y dejando unos cuantos a los demás. Aun así, la concentración no es un fenómeno dañino completamente, sino que es natural a la oferta y la demanda, si se acapara gran cantidad de la demanda dejando a los competidores con menos clientes debe ser por la calidad del producto o la tecnología que se posea. Lo nocivo se encuentra en cuanta concentración existe, pues altos niveles de concentración de mercado son propiciadores de que las empresas lleven a cabo prácticas monopólicas malas, originando problemas en la eficiencia económica (OCDE,1990).
Para “desconcentrar” los mercados en México deben existir empresas invirtiendo en investigación y desarrollo tecnológico. Si buscamos como mexicanos que el dinero se quede dentro del país e ingrese más, con exportaciones, los emprendedores o los pequeños empresarios deben de vislumbrar industrias que se alejen de los negocios tradicionales de comida. Para que el gobierno federal pueda ajustar la organización industrial, y así aumentar la productividad mexicana de los muchos que se quedan con los pocos dulces, debemos empezar a competir inteligentemente y ofrecer productos que realmente suplan a los que actualmente preferimos. Las grandes empresas necesitan de proveedores, la agronomía mexicana necesita ser más productiva, lo mejor de todo es que las condiciones y la demanda de fuera están esperándonos, solo se requiere que seamos competitivos tecnológicamente.
Carlos Dante González Ramos
ITESM Puebla
Twitter: @DantGR
Bibliografía:
Hunger, K. 2001. La organización industrial, productividad y estrategias empresariales en México, 32-24,68-69. Nueva Época.
OCDE. 1990. Glossary of industrial Organization Economics and competition law, Paris.