Los diferentes tipos de derivados tienen diferentes mecanismos de fijación de precios. Un derivado es un contrato financiero con un valor basado en un activo subyacente. Los tipos de derivados más comunes son contratos de futuros, forwards, opciones y swaps. Los derivados más exóticos se pueden basar en factores como el clima o las emisiones de carbono.
Determinación del precio de un derivado
Los contratos de futuros son contratos financieros para comprar o vender un producto básico subyacente a un cierto precio en el futuro. Por lo tanto, el valor del contrato de futuros se basa en el precio en efectivo del producto. Los contratos de futuros están estandarizados para incluir cierta cantidad y calidad del producto básico subyacente, por lo que pueden negociarse en un intercambio centralizado. El precio de futuros se mueve en relación con el precio spot para el producto, basado en la oferta y la demanda de dicho producto.
Las opciones sobre acciones y fondos cotizados en bolsa también son contratos derivados comunes. Las opciones otorgan al comprador el derecho, en lugar de la obligación, de comprar o vender 100 acciones de una acción a un precio de ejercicio durante un período de tiempo predeterminado.
El modelo de precios más conocido para las opciones es el método Black-Scholes. Este método considera el precio de las acciones subyacentes, el precio de ejercicio de la opción, el tiempo hasta que expire la opción, la volatilidad de las acciones subyacentes y la tasa de interés libre de riesgo para proporcionar un valor para la opción.
El principal objetivo de los derivados financieros es la cobertura, pero muchos inversionistas utilizan estos productos para la especulación, por lo que es importante analizar a detalle la composición de cada uno de ellos, independientemente del fin que se les quiera dar como objeto de inversión.